La ballena beluga, extraída del río Sena, en el norte de Francia, tras permanecer varada durante más de una semana, murió cuando era transportada hacia un lugar donde debía ser tratada.
Un complejo operativo había logrado extraer del agua al cetáceo extraviado lejos de hábitat natural en el Ártico, en el primer paso de una complicada misión para devolverla al mar.
Los 24 buzos y el resto de rescatistas implicados en la operación necesitaron seis horas para conseguir colocar en la red a la beluga en una esclusa, en la localidad de Saint-Pierre-la-Garenne, para colocarla primero en una barcaza de agua salada y luego llevarla en un camión hacia el océano.
La beluga, de unos 800 kilos, que ya no comía y se encontraba en un estado “alarmante”, había sido levantada en la red con una grúa y colocada en la barcaza, donde fue atendida inmediatamente por una decena de veterinarios.
Durante varios minutos de incertidumbre, el imponente cetáceo se encontró suspendido en el aire, agitando su cuerpo blanco de cuatro metros por encima de las cabezas de los rescatistas.
El animal fue trasladado inmediatamente a un camión refrigerado y transportado hacia la localidad costera de Ouistreham, en el norte, pero antes de llegar ahí los expertos decidieron sacrificarla.