Desde hace tiempo, la comunidad científica cree que hay muchos agujeros negros vagando por el espacio interestelar, pero hasta ahora no se tenía constancia de ninguno. Debido a su propia naturaleza, son difíciles de detectar con el fondo negro del espacio.
Para ello, los investigadores necesitan buscar efectos de lentes gravitacionales, es decir, cuando la luz de las estrellas se desvía por la atracción del agujero negro. Sin embargo, debido a las grandes distancias, el efecto de lente es leve, por lo que resulta casi imposible de detectar incluso con los mejores telescopios modernos.
No obstante, en 2011 dos equipos de investigadores que estudiaban este fenómeno encontraron una estrella que parecía brillar sin razón aparente. Así, decidieron analizar los datos del telescopio espacial Hubble, por lo que pasaron seis años observando cómo cambiaba su luz con la esperanza de que se deba al aumento de un agujero negro.
Posteriormente, se dieron cuenta que la posición de la estrella parecía cambiar. El nuevo estudio sugiere que el fenómeno solo puede ocurrir por un objeto en movimiento invisible que ejerce una fuerza que tira de la luz a medida que pasa, es decir, un agujero negro interestelar.
Los astrónomos continuaron estudiando la estrella y su luz. Finalmente, descartaron la posibilidad de que hubiera luz proveniente de la lente y también confirmaron que el aumento tuvo una larga duración. Ambas características se consideran condiciones indispensables para confirmar la existencia de un agujero negro.
Los expertos creen que las pruebas son suficientes para confirmar el avistamiento de un agujero negro que flota libremente en el espacio. Incluso determinaron que su tamaño es de siete masas solares y que viaja a una velocidad de aproximadamente 45 kilómetros por segundo.