“Ya no nos alcanza ni para comer”, “A veces comemos solo una vez al día”, “Nuestra familia y, peor, nuestros niños apenas y mal comen”, declaraciones de este tipo son las que salen de la boca de millones de mexicanos quienes tienen que arreglárselas para medio comer y seguir sobreviviendo. Esto no es más que una consecuencia más de la pobreza que azota a nuestro país. Para nadie es novedad que los precios de la canasta básica se han incrementado de manera estratosférica, por lo que es difícil adquirirla con los salarios tan bajos que devengan los trabajadores mexicanos.
Son aproximadamente 16 horas las que el mexicano debe trabajar para poder adquirir los productos de la canasta básica, es decir, que se requieren 2.5 salarios mínimos para su adquisición. Según la investigación del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativa de la Universidad de Guadalajara, los productos que más han incrementado su precio entre enero y junio son: el jitomate saladet que pasó de 5.90 a 34.50 pesos el kilo; la tortilla que pasó de 15 a 20 pesos, llegando incluso en algunas regiones de Michoacán a 22 pesos el kilo; el plátano, que pasó de 16 a 26.50; el pan de caja, de 34.15 a 43.10; el huevo de 31 a 36 pesos el kilo e incluso el mismo gas LP de 30 kilogramos, que pasó de 548 a 729 pesos.
Los salarios del pueblo mexicano no alcanzan para adquirir lo más mínimo, pues los productos arriba señalados son solo una parte, pues no se ha contemplado el pago de servicios como luz, agua, renta, transporte o gasolina, teléfono, por lo que sumando todo, nos daría un aproximado de 21 mil pesos, cifra que el mexicano se encuentra lejos de alcanzar.
Este tipo de situaciones son de las que más afectan al pueblo trabajador, y que se encuentra también dentro de las promesas incumplidas por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador del partido Morena, pues recordemos que una de sus banderas de campaña, además de la ya trillada “primero los pobres”, fue la de garantizarle al pueblo la solvencia necesaria para una vida digna; para ello se ha escudado en la entrega de apoyos económicos o las “tarjetitas”, que poco o casi nada ayudan a resolver de fondo su situación.
La tasa de desempleo es una cifra que el gobierno de la Cuarta Transformación ha presumido a los cuatro vientos por la aparente baja del porcentaje de población desocupada, pues según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se pasó de un 5.2 por ciento en 2020
a un 4.2 por ciento en 2021. Estas cifras son las oficiales, pero por otro lado y lo que el gobierno no da a conocer, es que el empleo informal sumó a sus filas a millones de habitantes, pues pasó de 27.5 millones en 2020 a 31.4 millones de mexicanos en 2021, quienes perdieron su empleo formal y tuvieron que buscar la forma de sacar adelante a sus familias. Una de las razones de que estas cantidades se incrementaran fue también el nulo apoyo que el gobierno federal dio a las micro, pequeñas y medianas empresas, pues en 2020, de las 4.9 millones de Mipymes que existían en el territorio mexicano, solo sobrevivieron 3.85 millones, esto quiere decir que un millón 10 mil 857 (el 20.81 por ciento) tuvieron que cerrar sus puertas y evidentemente despedir a los mexicanos que laboraban en ellas.
Así que en un país donde el incremento en los precios de los productos de la canasta básica lastima los pocos ingresos de los trabajadores y en un país que disfraza el desempleo y se esconde detrás del ambulantaje y del empleo informal que no ofrece prestaciones básicas a los trabajadores, como el seguro o un ingreso fijo, seguirá siendo un país en donde no existe una distribución equitativa de la riqueza, que no tiene absolutamente nada que ver con el que se nos pinta en los informes del gobierno federal.