Para Lorenzo Córdova, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y exconsejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), la democracia mexicana aún goza de cabal salud, pero su preservación depende de que los ciudadanos asuman la responsabilidad de defenderla ante los intentos de desmantelarla desde el poder.
Lo anterior lo dijo en la conferencia “Perspectivas avanzadas: retos electorales 2024”, organizada por los programas de posgrado del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (Dsoj) del ITESO, en la que señaló que, si bien el proceso electoral que se avecina para el 2 de junio es importante, la verdadera tarea para salvar a la democracia vendrá después.
“Defender la democracia significa que haya quienes la defienden, y en ese sentido, el contexto actual debería darnos esperanzas de que nuestra democracia está bajo riesgo y bajo asedio, pero no está perdida. Estamos en un momento electoral que es un espacio donde los ciudadanos podemos ejercer el derecho político más relevante que tenemos en democracia, que es nuestro voto. No es un momento de quiebre: pensar así es hacerle el juego a esa política de polarización, de que ‘El 2 de junio nos jugamos dictadura o democracia’. Pero sí nos jugamos mucho. Las democracias no se acaban de golpe, pero sí hay fenómenos que nos deberían preocupar”, indicó.
La charla fue moderada por el director del Dsoj, Marcos del Rosario, y contó con la intervención de Giovanna Ríos, coordinadora de la Maestría en Derechos Humanos y Paz, así como con las palabras de apertura de parte de la directora general académica, Catalina Morfín, quien apuntó que “la democracia exige educar a las alumnas y alumnos para el reconocimiento de los demás como interlocutores válidos, sin imponer verdades morales ni criterios de verdad absolutos”.
Córdova, quien estuvo al frente del INE de 2014 a 2023, señaló cinco grandes problemas que enfrenta la democracia hoy en día: los asuntos estructurales —pobreza, desigualdad, violencia, corrupción, etcétera—, que aran el terreno para que surjan pulsiones autoritarias; una crisis de las instituciones de la democracia —los partidos políticos y los parlamentos—, que atrae a dos fenómenos antidemocráticos, como el personalismo y el reforzamiento de los poderes ejecutivos; la desinformación, potenciada primero por las redes sociales y ahora por la inteligencia artificial, que pueden ser utilizadas para maximizar un efecto disruptivo en la convivencia social; la polarización, que no es un fenómeno nuevo, pero cuando se adereza con la intolerancia hace que se tienda a ver al de enfrente no como un adversario al quien se reconoce para competir por el poder público, sino como a un enemigo al que hay que eliminar, y los ataques a los órganos de control, entre éstos la descalificación desde el poder, el hostigamiento contra los titulares de esos órganos, los recortes presupuestales, las reformas legales como instrumento de amenaza y la captura de esos órganos.
“La democracia no se debe a ningún partido, a ninguna fuerza política ni ideología, y mucho menos a ninguna persona. La democracia es el resultado de un gran consenso social, es un contrato social de personas de muy distintas posturas, que sí coincidieron en lo esencial, es decir, en que la renovación del poder público ocurriera a partir del voto ciudadano libremente emitido, y en que el poder emanado de las urnas no fuera un poder absoluto. El poder de la mayoría, si no tiene frenos y contrapesos, no es democracia: lo decía Tocqueville, es tan despótico como el de la tiranía de un solo hombre”, dijo Córdova.
De cara a las campañas electorales que recién comenzaron la semana pasada, Córdova destacó que llegan en un contexto preocupante, tanto a escala global como nacional. Para reafirmar su idea hizo referencia al más reciente reporte del Índice de Desarrollo Democrático del Pew Research Center, que menciona que México es el país con el peor desempeño en términos de satisfacción de la democracia, pues de 2017 a 2023 el número de personas que abiertamente dicen preferir un gobierno autoritario pasó de 27 a 50 por ciento.
Autor, junto con Ciro Murayama, de La democracia no se toca (Planeta, 2023), el académico de la UNAM aseguró que los riesgos para nuestra democracia no vienen de las elecciones próximas, sino del tener que replantearnos la construcción de la democracia constitucional, que tanto ha costado, y que es todavía absolutamente precaria e insuficiente: “Dice un personaje, un juez que se convirtió en político de la noche a la mañana, que ‘las instituciones sí se tocan’. Claro que sí, si es para mejorarlas. Pero si es para desmantelarlas, mejor no las toquemos”. En ese sentido, la amenaza principal para el investigador son los intentos de hacer una reforma electoral que desaparezca el INE en su actual forma —lo que implicaría la desaparición de un árbitro electoral autónomo—, y que considera que los consejeros y jueces sean electos por voto popular, algo que politizaría al organismo.
“Lo que más me preocupa es que estos intentos de reformar parten de un diagnóstico profundamente equivocado. El presidente López Obrador, cuando anunció su paquete de reformas electorales, dijo que las presentaban para que no siguieran haciendo fraudes electorales como hasta ahora, y para que los muertos ya no votaran. Y, perdón, pero los muertos no votan desde que el IFE, en su momento, asumió el control del padrón electoral, y en México el único fraude ha sido el discurso del fraude. El líder moral del partido que más se ha beneficiado de la existencia del sistema electoral habla de fraude”, mencionó.
Córdova también respondió preguntas del público respecto a las situaciones que enfrenta el periodismo en México, y acerca de la violencia imperante, que incluso ha cobrado la vida de candidatos, como parte del marco del próximo proceso electoral.
“No hay democracia sin periodismo libre; eso significa que puedan ejercer su profesión sin ser perseguidos, por el poder público en primera instancia, pero también por los poderes criminales. Lamentablemente, en México vivimos no solamente una situación de falta de garantías para ejercer el periodismo, sino también una estigmatización de los periodistas desde el poder. La violencia es la negación de la democracia, y el gran reto que tenemos es [lograr] que la violencia no se apodere de las elecciones, que no irrumpa, porque eso significa erosionar la integridad democrática. Es un fenómeno que ha estado gravitando ahí desde hace tiempo”, respondió.
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