Al menos 375 personas murieron después de que la poderosa tormenta golpeó el país, informó la policía.
Uno de los lugares más afectados es la isla de Siargao, en el sureste del archipiélago, que ha quedado casi completamente desconectada de los operativos de rescate debido a la devastación.
Muchas zonas se ha quedado sin electricidad, sin comunicación y con muy poca agua potable.
Cerca de 400.000 personas tuvieron que abandonar sus casas y residencias en las áreas costeras, cuando el tifón golpeó la costa.
La poderosa tormenta levantó árboles, destrozó casas, tumbó postes eléctricos, causó inundaciones y acabó con cultivos.
“Hay unas áreas que parecen haber sido bombardeadas peor que en la Segunda Guerra Mundial”, dijo a la BBC Richard Gordon, director de la Cruz Roja Filipina.
Se teme que las inundaciones y los deslizamientos hayan cobrado muchas más vidas
Miles de efectivos del ejército, la guardia costera y los bomberos han sido desplegados a las áreas más afectadas para asistir con el rescate, así como aeronaves militares y embarcaciones de la marina.
Sin embargo, la tarea se ha complicado en algunos lugares que han quedado prácticamente aislados por las dificultades logísticas de llegar a ellos, según el corresponsal de la BBC Howard Johnson, que está en la isla de Siargao.
Entretanto, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duturte, ha realizado una inspección aérea de las zonas devastadas por la tormenta.