Wish You Were Here” cumple 50 años y, una vez más, es inevitable constatar cómo Pink Floyd continúa siendo uno de los mitos más persistentes en la historia del rock y, al mismo tiempo, un ejemplo de banda que ha ganado rotundamente la prueba del tiempo.
Como grupo, Pink Floyd está inactivo desde 1994: el último disco publicado bajo su nombre fue “Endless River”, publicado en 2014, seis años después de la muerte de Richard Wright, y compuesto por temas instrumentales inéditos grabados en 1993 durante las sesiones de “The Division Bell”.
Sin embargo, todo lo que los rodea sigue generando entusiasmo entre sus fans: este año, la reedición del histórico doble en vivo “Pink Floyd at Pompeii” alcanzó en Italia el primer puesto en las listas de álbumes y vinilos, a pesar de pertenecer a la fase psicodélica experimental del grupo.
Dentro del mito de la banda, “Wish You Were Here” es el capítulo que sigue al triunfo de “The Dark Side of the Moon”, el álbum que marcó un cambio radical en el estilo del grupo y, sobre todo, proyectó a Pink Floyd hacia una dimensión prácticamente inalcanzable, incluso desde el punto de vista de la tecnología aplicada a la música.
En ese ámbito, Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason literalmente diseñaron el futuro: basta pensar que “The Dark Side” fue grabado también en cuadrafonía, una técnica inexistente en los años 70 y que nunca se comercializó.
Como ha ocurrido a menudo en la historia discográfica de la banda, la historia de “Wish You Were Here” también está marcada por tensiones, dificultades, intuiciones futuristas, crisis profundas y explosiones creativas, un caso que resulta benigno para quienes parecen haber escrito en su destino las reglas del futuro.
El álbum es un acto de amor hacia Syd Barrett, el “sombrerero loco” del rock que fundó la banda y que salió abrumado por los trastornos mentales.
Desde este punto de vista, la majestuosa “Shine On You Crazy Diamond” es justamente considerada una de las canciones más grandes jamás escritas sobre la locura.
El episodio más célebre ocurrido durante las grabaciones tiene algo inexplicable: el 5 de junio de 1975, justo cuando la banda estaba grabando “Shine On You Crazy Diamond” en el estudio 3 de EMI, que luego se convertiría en Abbey Road Studios, entró un hombre con sobrepeso, una bolsa de plástico en la mano y el cabello y cejas rapados.
Al principio, nadie reconoció a aquel hombre con mirada perdida; luego Gilmour comprendió que se trataba de Syd Barrett, quien vivía recluido desde hace tiempo y había pasado por allí justamente el día en que se estaba grabando en vinilo el grandioso homenaje de sus viejos amigos.
Barrett no reaccionó de manera particular a las preguntas ni a los intentos de conversación: estaba claramente encerrado en su mundo, ya inalcanzable.
Tampoco pareció entender el sentido de aquel tributo. Volvió un par de veces más, aumentando los tormentos y la melancolía de sus excompañeros de banda. Nunca más lo volvieron a ver; solo Waters lo reconoció una vez desde lejos entre la multitud en Harrod’s, antes de su muerte en 2006.
Junto con el lamento por el amigo perdido, otro tema central del álbum es la relación entre los músicos y el mercado: representado en la legendaria portada, que además fue revolucionaria en su packaging, diseñada por Storm Thorgerson y su socio Aubrey “Po” Powell, fundadores del estudio Hipgnosis, que contribuyó decisivamente a definir el imaginario del rock a través de sus portadas.
Tomada en los estudios de Burbank, la fotografía en la portada muestra a dos hombres dándose la mano mientras uno de ellos se prende fuego; para realizarla se usaron dos dobles de riesgo, con vestuario y pelucas especiales, porque, como en las películas, las llamas eran reales, tan reales que quemaron ligeramente a uno de los dobles.
El significado de la imagen era justamente el del artista que queda “quemado” por el apretón de manos del hombre de negocios.
Casi da risa pensar que cuando salió “Wish You Were Here” fue recibido con tibieza por la crítica; el público, en cambio, le otorgó un éxito inmediato. No hace falta decir que, con el paso del tiempo, cuando las intuiciones del álbum se convirtieron en algunas de las notas más famosas de la historia del rock, fue universalmente reconocido como uno de los álbumes más importantes de todos los tiempos.
JZ