La cocina del cónclave papal, el camino a la “cena blanca”

Con el fallecimiento del Papa Francisco, el Vaticano se prepara para uno de sus rituales más solemnes y secretos: el cónclave para elegir a su sucesor. Mientras los ojos del mundo se posan en la Capilla Sixtina, donde se desarrollan las votaciones, hay otra escena menos visible pero igualmente significativa: la cocina de la Casa Santa Marta, donde se alimenta a los cardenales electores.

Durante el cónclave, los cardenales se alojan en la Casa Santa Marta, una residencia moderna dentro del Vaticano. Allí, se les ofrece una alimentación sencilla pero cuidada, diseñada para proporcionar energía sin distracciones. Los menús incluyen platos como pasta al dente, pescado al horno, verduras al vapor y frutas frescas. El vino y el café están disponibles, pero el ambiente durante las comidas es de recogimiento y silencio.

A lo largo de la historia, la comida durante los cónclaves ha sido objeto de curiosidades y anécdotas. En el siglo XIII, durante un cónclave particularmente prolongado en Viterbo, las autoridades locales, frustradas por la demora en la elección, decidieron racionar la comida de los cardenales, proporcionándoles solo pan y agua para acelerar el proceso. Esta medida extrema fue uno de los factores que llevó a la elección del nuevo Papa y a la institucionalización de normas más estrictas para futuros cónclaves.

En tiempos más recientes, se ha documentado que algunos cardenales llevan consigo pequeñas provisiones personales, como chocolates o galletas, para sobrellevar las largas jornadas de deliberación. Sin embargo, la mayoría se adapta a la dieta ofrecida por la Casa Santa Marta, valorando la simplicidad y la oportunidad de compartir momentos de fraternidad en la mesa.

El exguardia suizo y chef David Geisser ha recopilado en su libro La cocina del Vaticano diversas recetas y relatos sobre la alimentación en la Santa Sede. Entre ellas, se destacan platos tradicionales como la sopa minestrone, el risotto al azafrán y postres como el tiramisú. Estos platos reflejan la influencia de la cocina italiana y la diversidad de gustos de los pontífices y cardenales a lo largo de los siglos.

Tras la elección del nuevo Papa, es tradición que comparta una comida con los cardenales electores. Esta primera cena, conocida como la “cena blanca”, simboliza la unidad y el inicio de una nueva etapa para la Iglesia. El menú suele ser sencillo, reflejando la humildad y el servicio que caracterizan al pontificado.

Así, mientras el mundo espera la fumata blanca que anunciará al nuevo líder de la Iglesia Católica, en las cocinas del Vaticano se continúa una tradición culinaria que, en su sencillez, acompaña uno de los procesos más trascendentales de la fe católica.

baf

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