Alfonso Villegas García
No hay liderazgo si no hay necesidad de una sociedad, un grupo, o una serie de personas, de ser guiada.
No hay liderazgo si este no es la contraparte de lo que ya no queremos. La dirección de un equipo de futbol; la conducción de un país; la guía a la tierra prometida, etc.
Los seres humanos buscamos la mejor guía, la conducción, la actitud benevolente a nuestros intereses, o cuando menos el de la mayoría.
Siempre la historia nos ha enseñado que los fracasos de las viejas representaciones son una buena razón para favorecer nuevos liderazgos, como la de Biden-Kamala Harris, que le dan la fuerza a Trump; o la de Italia, donde la ultraderecha emerge en un país pensante con la llegada de ; o tras la derrota del control gubernamental de los Maras Salvatrucha, que logran el triunfo apasionado por el pueblo a favor de Nayib Bukele, con amplia aceptación a la violación a los derechos humanos; o el triunfo del neoliberalismo – como en la mayoría de los casos mencionados- en Argentina, donde la historia de crisis económica y mal gobierno, le dio el triunfo a Milei, mismo que está privatizando todo y reduciendo las tareas de interés social, o la de Hitler que ante la derrota en la Primera Guerra Mundial, se promovió una fuerte aceptación del partido nacional socialista y con ello el dominio de un pensamiento atroz y coercitivo en toda una nación.
Es decir que los liderazgos cumplen fines claros de unidad, aunque los fines del líder no sean nada sensatos.
Pero también hay que decir que hubo líderes que generaron o buscaron el bien común, realmente, como Gandhi -India-, Jesús el de Nazaret, Salvador Allende -Chile-, José Mujica -expresidente de Uruguay-, que incluso se convirtieron en Mesías, en guías espirituales. De ellos, alrededor de ellos, surgieron otros que a su nombre apilan poder y manipulación social.
Así nacen los caudillos, nacen los héroes, nacen leyendas. Es decir, construimos a las personas a partir de lo que deseamos de manera inmediata.
En México, como sabemos, tanta historia de gobernanza con partidos políticos desacreditados formuló un nuevo liderazgo.
La historia del PRI y sus aliados, después del PAN y sus aliados, no fue suficiente para mantenerse en la actualidad con credibilidad. Allanaron su hegemonía con la no atención contundente a la necesidad social, de paz, de estabilidad económica popular y, sobre todo, el buen uso de los recursos públicos.
Hoy, hemos vivido el liderazgo de un hombre que incluso creo un movimiento para etiquetar su presencia con la bandera que impugna eso que se vio por muchos y por mucho tiempo de los partidos o grupo en el poder anteriores: la corrupción y el
egoísmo del gobernante a propósito del poder mismo y, por ende, la aparente desatención a las políticas sociales.
Los que leemos la historia, sabemos que esos gobiernos del pasado anterior a López Obrador no sólo hicieron cosas para su desprestigio, pues hubo avances macroeconómicos, de fortalecer la democracia participativa con órgano de vigilancia, ante el desprestigio a la gobernanza; de respeto a las instituciones, etc.
Ese nuevo liderazgo ha dado un importante golpe de descrédito a los gobiernos pasados, marginando los posibles logros. Ha impulsado una política social de importantes subsidios, al grado de poner en tela de juicio al gasto público, con un endeudamiento de más del 70% del que ya existía y un crecimiento económico mermado -en promedio fue de 0.8% por año en el sexenio anterior-.
Estas acciones las podemos encriptar en una estrategia de fomento a la imagen popular del Estado, de una importante acción populista.
El tono popular, las acciones de subsidios y pensiones universales, siguen teniendo una importante aceptación electoral, de ahí el importante triunfo de la actual presidenta, Claudia Sheinbaum.
Pero si somos un poco escrupulosos no nos va a beneficiar a largo plazo para el desarrollo económico. Así como también, si no se aclaran y se resuelven con acciones contundentes los hechos de corrupción con lo de SELGAMEX -9 mil millones de pesos perdidos-, o la ejecución de obras por asignación directa y que para justificar la violación y no cuidado del uso de recursos se quiso calificar como de interés de seguridad nacional -asunto que no fue aceptado jurídicamente por la propia Suprema Corte, misma que mejor fue removida con la reforma que todos sabemos, y que este fue uno de los altos motivos-, etc. porque hay más
Otro tema contradictorio a una política social de igualdad de oportunidades es que además del crecimiento económico parco, está que los grandes empresarios lograron crecer más que la mayoría de las empresas del país. Esto es que esa lucha de la cuarta transformación todavía deja mucho por desear en materia de primero los pobres y más cuando la extrema pobreza creció 1.3 por ciento.
El cierre del 2024 tuvo un cierre de pérdida de empleos formales muy por debajo del 2023 (-67%), incluso la mayor pérdida desde 2009 (IMSS).
Otro elemento de análisis es que, si bien la pobreza salarial disminuyó, gracias en primera instancia a los incrementos históricos del salario mínimo, los números todavía no ayudan para el mejor equilibrio entre la canasta básica ampliada y el salario familiar en general. No en balde el pacto con las super empresas comerciales, distribuidores e industriales para promover una canasta básica alimenticia de 900 pesos. Hoy con información de la ya desaparecida CONEVAL -instancia vigilante de las políticas públicas contra la pobreza-, la canasta básica es de 1,800 pesos.
Sin duda, a la fecha hay un movimiento y un tótem guía muy querido por muchos, es la imagen del viejo caudillismo. Donde sus congresistas privilegian el mayoríteo que el espíritu democrático, como lo demuestran la aprobación de leyes sin revisión toral por el congreso.
Donde la centralización del poder es más importante que la democracia. Donde, como antes, lo importante es el grupo y después la visión republicana. Una visión de respeto a las instituciones, a los tres poderes y a los niveles de gobierno.
Hoy, como en el pasado, antes que la justicia social real lo que importa es no perder el poder. Eso lo sostengo porque a la fecha las desigualdades continúan, la economía interna está flagelada, como siempre, que la paz social sigue en tela de juicio, incluso con más muertos y desaparecidos que antes.
No conocer la historia y saber que la democracia mexicana exige el respeto y el espacio para la participación social en la toma de decisiones como lo eran los órganos autónomos desaparecidos hoy; o que el INE se fortaleciera para emancipar con mayor claridad los procesos electorales, y no como hoy que les reducen su presupuesto y se erigen representantes a modo del movimiento, es importante.
Como estamos hoy, nos hace pensar que avanzamos hacia el pasado. Viva México.
baf