El pasado viernes 15 de Noviembre la Selección Mexicana de Futbol visitó Honduras en partido de cuartos de final de la Concacaf Nations League.
Enrique Álvarez
El tricolor fue derrotado por los Catrachos 0-2. Cuando el técnico mexicano abandonaba la cancha pensando que se venía una hecatombe, el milagro de la rosa de Guadalupe sucedió. Una rosa disfrazada de lata de cerveza lanzada desde la tribuna golpeó la sien de Javier Aguirre abriendo una herida que ensangrentó el rostro del “Vasco”.
Los medios y la afición de inmediato se volcaron en la herida, dejando en segundo plano la derrota del cuadro azteca. Javier Aguirre supo manejarse y mostrarse como una víctima sin hacer alarde de la acción, pero entendiendo que debía dejar que las cosas fluyeran a su favor.
La paciencia y el tiempo jugaron a su favor y en el partido de vuelta jugado el Martes 19 de Noviembre la Selección derrotó 4-0 a Honduras y avanzó a la siguiente fase.
La derrota y la agresión quedarán como una anécdota, pero en el tintero queda la realidad: El TRI sigue demostrando desde hace más de 4 años que no tiene su mejor nivel, que la actual generación ha dado un paso hacia atrás y que no se auguran cosas buenas en el futuro.
Mi conclusión es que no era culpa de Profe Osorio. No fue culpa del “Tata”. No podemos culpar a Diego Cocca ni al “Jimmy” Lozano. Y no es culpa del “Vasco”. México tiene jugadores que no han alcanzado el nivel de selecciones pasadas y no hay en el panorama una generación que venga a elevar los resultados obtenidos recientemente. No me veas como el aguafiestas, pero el verdadero refuerzo y la esperanza para hacer un buen mundial en el 2026 será jugar como local.