El pasado sábado 16 de diciembre en Salvatierra, Guanajuato un comando armado perpetro un ataque en una posada que dejaría el asesinato de por lo menos 11 jóvenes y una docena de heridos. Parece una cifra más, un atentado de esos que con normalidad ocurren en nuestro país y que refleja la crisis de seguridad con la que cohabita el Estado mexicano desde el 2006 por darle una referencia al sexenio calderonista. Esta noticia no dista mucho de aquel hecho que ocurriera en el Estado de México en este mismo mes de diciembre donde miembros de la sociedad civil tomaron el rubro de la seguridad publica en sus manos e hicieron frente al cobro de piso y de vida que hace el crimen organizado en el municipio de Texcaltitlán.
En palacio nacional el presidente de México se atrevió a definir con dos frases los sucesos antes expuestos: para lo ocurrido en el Estado de México el mandatario de toda una nación expreso que esos hechos son la “Excepción y no la regla” refiriéndose a la decisión de la población de tomar en sus manos la seguridad de su comunidad; respecto a lo ocurrido en Guanajuato el presidente abordo la idea de no tener “la información completa” dos días después del suceso, aun bajo la consigna de tener reunión de gabinete de seguridad todos los días (exceptuando sábado y domingo) a las 6 de la mañana. Incluso condiciono la masacre a un valor puramente local, donde la federación puede coadyuvar. Esto no nos sorprendería si no fuese el mismo Andrés Manuel quien exigió a la federación abordar el tema de Ayotzinapa en aquel fatídico mes de septiembre del año 2014. Con este respecto defino la idea de que existe una crisis de Estado en México, el gobierno no tiene la capacidad de generar la seguridad que requieren los mexicanos y estos mismos toman la decisión de enfrentarse al crimen organizado. Hay una crisis de Estado en México, el presidente es una institución a la que no se le hace llegar la información respecto a la creciente inseguridad que se vive en el país que en este momento el gobierna; no así, si se trata de evidenciar salarios u otras informaciones que atenten contra la privacidad de sus adversarios.
El presidente sigue diciendo que esto es el resultado de las acciones que desempeñaron los gobiernos anteriores. Que la herencia de Fox, Calderón y Peña Nieto (al que básicamente nunca nombra) ha condicionado de la peor forma a la administración que el morenismo dirige en esta ocasión: entonces, podemos concluir que 5 años no le han bastado al señor que prometió a su pueblo reducir el precio de las gasolinas, resolver el tema de Ayotzinapa en 6 meses, resolver la seguridad del país sin militarizar al principio y después militarizándolo y cambiándole de nombre a la policía federal por guardia nacional. Estos 5 años de estatismo en la ejecución del gobierno federal, son los mismos 5 años en los que la politización del recurso publico y de la agenda de gobierno se han concentrado en establecer una política y administración de partido. Suena a algo ya conocido en nuestra historia ¿no?
Con el tiempo nos daremos cuenta de que el sustantivo no es el dañino, sino las acciones de los hombres que usurpan el espacio de “servidor público”, por el del “servicio personal” o servicio al partido, el partido de un solo hombre.
CCC 15:00