Mientras los diferentes candidatos a competir por ser el favorito para encabezar a su partido en la pelea por la presidencia de la República, han empezado ya, en los hechos, sus campañas y algunos recorridos por el país, gastando miles de pesos prometiendo seguir con la “Transformación del país” y basando esa promesa en seguir construyendo obras faraónicas que de nada benefician a los mexicanos, así como haciendo alarde de las transferencias directas que más bien se han vuelto una descarada compra de votos, la realidad y pobreza del país, sigue azotando a los mexicanos.
En Michoacán por ejemplo, estado al que su gobierno ha autodenominado “el alma de México”, se ha posicionado entre los primeros lugares de la deserción la deserción escolar, pues más del 7.4% de jóvenes y niños han abandonaron la escuela en el ciclo escolar 2021-2022.
Esto aunado al problema del desempleo, pues en el último periodo, Michoacán pasó del 1.7 al 2 por ciento del total de su población que se quedaron sin trabajo, esto aunado, también a que el estado es uno de los que presenta más índices en el empleo informal, pues de 10 michoacanos, 7 laboran en la informalidad; sin embargo, el dato que realmente es de terror, es la gran cantidad de niños menores de edad que se han visto forzados a olvidarse de tener una infancia y educación formales; pues más de 120 mil niños y niñas se encuentran en esta situación pues sus familias no cuentan con el apoyo necesario, para darles, según los propios padres, “este lujo”, situación que se agrava más en los pueblos y comunidades purépechas.
Tal es es el caso de Karla, una niña de 9 años originaria de la comunidad indígena de Nahuatzen, que junto a su madre, acude todas las mañanas a ayudar en la venta de pescado, para así poder tener dinero para el día; “nosotros nos ponemos desde temprano, desde las 6 de la mañana, para poder acomodar todo: sacamos las cosas, barremos, ponemos el hule, y sacamos los pescados; y no nos vamos hasta que acabamos todo el pescado o cuando no acabamos, nos retiramos a las 11 de la noche”, así lo declaró Ángela, la madre de la pequeña.
Ángela declaró que el echo de que la niña tenga que trabajar para ayudar en la economía de a familia, hace imposible que pueda mandarla a la escuela pues, dijo, el dinero en la familia no alcanza para mandarla con dinero aunque sea para que pueda comprarse algo de comer;
“nosotros vivimos en las orillas del pueblo, por eso a veces cuando llegamos a la casa, en lo que vamos y venimos, se le hace tarde, para ir a la escuela”.
Así como el caso de Ángela y su hija hay miles más, solo en el estado de Michoacán, lo que demuestra, de nueva cuenta, que la realidad por la que atraviesan los mexicanos es muy diferente a lo que el gobierno quiere hace creer; pues un pueblo con hambre, sumido en la pobreza, que no tiene acceso a una educación y salud de calidad, dificilmente pueden ser un pueblo “feliz, feliz, feliz”.
baf 17:34