por Alejandro Carrillo Lázaro
El 2023 ya ha dejado su primer mes atrás, con todo y los memes del “eterno enero” la realidad es que el tiempo pasa y como se dice habitualmente “no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no llegue”; y si algo hay que entender del tiempo es que siempre es definitorio no por su naturaleza sino por las condiciones del ambiente material que nos envuelve y demuestra su forma implacable. No importa lo relativo que parezca ante una conciencia, el minuto sigue durando 60 segundos y siempre hacia el futuro. Por esa razón, al momento de trabajar con el propósito de lograr hacerse de la presidencia de la república, siempre es menester iniciar un día después de la toma de protesta de un nuevo presidente y en ese aspecto la oposición no ha entendido el tiempo y va demasiado tarde. La alianza Va por México no termina de cuajar, su gran avance ha sido ir unidos y si, han logrado ganar elecciones, pero es claro que no es lo mismo ganar en ámbitos locales, que hacerse del Poder Ejecutivo de la Federación, una medalla de oro en los olímpicos no es lo mismo que el oro en los panamericanos, un logro si, pero no igual.
¿Después de la Alianza que sigue? No saben, se dio otro paso que vino después de una crisis ocasionada por el dirigente priista (la reforma andresmanuelista de mantener el ejército en las calles hasta el 2028), ese paso reconciliatorio definió que para las elecciones del 2023 (Coahuila y Edo. De México) sería el tricolor quien a través de su proceso interno colocaría los candidatos de ambas entidades; por su parte el PAN lograría que a través de su proceso interno se colocarían los abanderados por la jefatura de gobierno de la ciudad de México y la silla presidencial. ¿Qué nos deja esto? Nada, que se ha logrado otro acuerdo que define procesos al igual que la alianza, solo formas, nada de acción, nada de movimiento, dejando así a todos los aspirantes aislados (caso contrario ocurre en MORENA, que las corcholatas se ven arropadas por su dirigencia y por el presidente, allá el problema caerá cuando ese arropamiento ocupe un solo nombre).
La alianza no sabe qué hacer, pero todo puede comenzar con una pregunta simple ¿ganar o no perder tan feo?, esta pregunta irrumpe la pasividad de la alianza y entonces condiciona su acción. ¿Qué perfil debe ocupar la bandera de la alianza? Un empresario, un priista, un panista, un perredista o alguien de la sociedad civil. Los PRIMEROS no quieren, no saben ser políticos, necesitarían construir un perfil y el tiempo se agotó, necesitan carisma, porque la elección que viene es carismática y eso solo se construye con el tiempo o de forma disruptiva como Donald Trump, pero ser disruptivo frente a un sistema vengativo, da mucho que pensar cuando lo que se cuida son millones de dólares; Los SEGUNDOS, TERCEROS Y CUARTOS, no tienen absolutamente nada que hacer frente a la narrativa de campaña andresmanuelista, de forma muy concreta Andrés Manuel ha estado preparando el fusil desde hace mucho tiempo para dirigirlo a este tipo de campaña, en los partidos hay distintos perfiles unos darán más confianza que otros, pero la marca partidista es su desconsuelo, a Andrés y a su candidata o candidato minimizaran las fortalezas del otro candidato hablando solo de que siga la transformación, de que los otros siempre son iguales, porque vienen de esos partidos, insisto en que el fusil desde el 1 de diciembre del 2018 ha estado atizándose contra una campaña de ese tipo, sin duda alguna es uno de los mejores escenarios políticos para Andrés. Los QUINTOS adolecen de lo mismo que los primeros, no hay tiempo para hacer mayor campaña de posicionamiento carismático, si esto se hubiera iniciado desde el 2018 el perfil ciudadano o empresario hoy estaría consolidado, pero el PRI, el PAN y el PRD hicieron lo que mejor saben hacer, mantener a los políticos de siempre en los lugares de siempre. Hay personas que piensan en un Lorenzo Córdova o en un Loret de Mola, de forma muy concreta el presidente tiene el francotirador listo desde el inicio de su presidencia para hacer frente a este tipo de perfiles para el 2024. Sea como sea, con esta estrategia, a lo más que se puede aspirar (gracias al tiempo) es a (dependiendo el perfil) a perder en un margen más estrecho. La alianza quiere hablar de un triunfo gracias a algunos acontecimientos locales que tienen sus propios contextos: el ejemplo es claro en Morelia ganó la alianza, en Michoacán ganó Morena (2021).
Entonces ¿Cómo se puede ganar? La respuesta es sencilla con un perfil que el propio presidente haya construido. Marcelo Ebrard debe saber que no es el favorito del líder carismático y mesiánico del partido, lo debe saber porque aún a costa de haberle cedido la campaña presidencial del 2012 y haberse autoexiliado del país durante el periodo peñista, el señor de palacio nacional lo ha puesto a competir contra una Sheinbaum que tiene el cariño del presidente (no por buena gobernante sino por buena seguidora), contra un Adán Augusto que es una mezcla entre Sheinbaum y la falta de carisma nacional de Monreal. En ese sentido Marcelo debe saber que ese presidente sabe y muy bien cambiar de opinión.
Si la alianza quiere ganar, tendrá que aprender a ceder el espacio y negociar con un Marcelo Ebrard, ahí tiene la medicina necesaria para hacer frente a una campaña que no está preparada desde el gobierno federal y que también daría pelea no con una estrategia de defensa y propuesta (que espera AMLO) sino contra argumentos diseñados desde hacía el candidato de Morena. El perfil de Ebrard le permite acaparar a la alianza un electorado indeciso, hasta el momento hay votantes ultra morena y ultra oposición, pero hay un sector que puede optar por un perfil que ha estado del otro lado. La medicina contra MORENA es MORENA, la ruptura está ahí, la oposición tiene una ventana muy estrecha para ganar el 2024 y no, no se afianza ganando Coahuila y el Estado de México, esos los gano el PRI de Peña en el 2017 y perdió la presidencia. No ser inepto y no ser arrogante es el primer paso para ganar la elección presidencial, reitero que Marcela sabe que no es un favorito en la contienda interna del presidente, pero en la alianza puede incluso hacer que Movimiento Ciudadano se añada (ya que es un viejo conocido de Convergencia, el antecedente de MC). En la política todo se vale, además traicionar al que traiciona no es traición solo un ajuste de cuentas. Ya que el tiempo se le fue a la alianza Va por México, se tiene que ceder el espacio a los que han sido conscientes de utilizarlo y hay un Marcelo que ha sido muy consciente con el tiempo y que sabe que si no es presidente en 2024 en el 2030 su posibilidad se haya esfumado.
Eppur si muove
smr 12:15