Omar Carreón Abud
El título de este trabajo es una provocación. O si usted quiere, una atenta invitación a todos aquellos que han sido víctimas de la pavorosa embestida ideológica que se ha descargado sobre la humanidad en poco más de 100 años de guerra fría, o más bien, sucia, pintando al socialismo con los colores más negros y presentándolo como lo más horrendo, más que el fascismo mismo, que le puede suceder al ser humano. Busque, amigo lector, hurgue, hágase una opinión sustentada, pues más allá del American way of life, hoy convertido en el American way of dead, hay otro mundo.
Todos los días, puedo decir que sin falta, muy temprano, a eso de las siete de la mañana y no pocas veces antes, empiezan a sonar las campanitas que anuncian los mensajes del teléfono celular con los reportes periodísticos que nos envía el compañero Homero Aguirre Enríquez, Secretario de Prensa y Propaganda del Movimiento Antorchista. No se trata de lo que comúnmente se conoce como una “síntesis” noticiosa en la que se acumula de todo un poco, es una cuidadosa selección de trabajos periodísticos del día que contribuye poderosamente a la formación y a la información de los antorchistas que los recibimos (no agraviando ni demeritando el trabajo que realizan otros miembros de esa importante comisión). Hoy, públicamente: gracias, compañero Homero.
Pues bien, el pasado domingo 8 de agosto, justo entre el 6 y el 9, cuando se cumplen 76 años de la destrucción de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki por parte de los Estados Unidos que causó 246 mil muertes, de la forma que ya platiqué, llegó un mensaje que contenía un artículo firmado por Vijay Prashad y publicado por un portal que -confieso mi ignorancia- yo no conocía y que lleva por nombre Tricontinental, en el cual da a conocer algunos de sus trabajos el Tricontinental Institute for Social Research. El trabajo lleva por título “China erradica la pobreza extrema mientras los multimillonarios viajan al espacio” y está fechado el 5 de agosto de 2021. Llamaron mi atención y mi admiración, no sólo los datos sobre la cantidad de personas que han salido de la pobreza en China, que con todo lo impactantes que son, ya eran conocidos. Me impresionó fuertemente la descripción, aunque breve, del trabajo, la entrega y la abnegación de los miembros del Partido Comunista Chino (PCCH) que está atrás y abajo del clamoroso éxito cuantitativo.
Recordemos primero las enormes cifras, no alcanzadas ni de lejos por ningún país capitalista en el mundo. En China, 850 millones de personas han salido de la pobreza extrema desde el 1º de octubre de 1949, fecha en que se proclamó la fundación de la República Popular China; la renta per cápita ha aumentado a 10.000 dólares (un aumento de diez veces sólo en los últimos veinte años) y la esperanza de vida ha aumentado a 77.3 años en promedio (en 1949, era solamente de 35 años). Todo este avance inigualado en la mejoría del pueblo chino, puede compararse válidamente con el hecho de que en Estados Unidos, con el aval del gobierno, los caseros se aprestan a lanzar a la calle a más de 7 millones de familias que no pueden pagar la renta de sus viviendas.
Para alcanzar el objetivo de acabar con la pobreza extrema, se diseñaron metas a alcanzar por parte del Partido Comunista: 1) Las “tres garantías”, que fueron vivienda segura, asistencia sanitaria y educación, y 2) Las “dos seguridades”, que fueron alimento y vestimenta. ¿Cómo se lograron las tres garantías y las dos seguridades en China? ¿Repartiendo dinero a sectores escogidos de la población que hacían cola periódicamente para cobrarlo ante las dependencias de gobierno y luego verificando que se presentaran a votar por el partido? Absolutamente nada de eso.
Según lo reporta Vijay Prashad , con base en investigaciones del equipo de Tricontinental, el PCCH envió 800,000 activistas para ayudar a las autoridades locales a encuestar a los hogares para conocer la profundidad de la pobreza en el campo y, luego, comisionó a 3 millones de activistas (de los 95.1 millones de miembros del Partido) para que formaran parte de 255,000 equipos que pasaron años viviendo en aldeas pobres para trabajar en la erradicación de la pobreza y las condiciones sociales que esta creaba; se asignó un equipo a una aldea y un activista a cada familia (cualquier parecido que se hallare con los miembros del Partido Morena o con los Servidores de la Nación, será producto de la intoxicación con algún potente psicotrópico).
Ajá, o sea que no basta con las declaraciones cotidianas de un alto funcionario público, ni es suficiente con apartar un fragmento del presupuesto ordinario de egresos y luego repartirlo entre algunas de las víctimas de la pobreza (y entre otros que no lo son tanto), sino que es indispensable, absolutamente necesario, que intervenga y actúe un partido de vanguardia, que no es otra cosa que el pueblo mismo para que, con su fuerza transformadora gigantesca, con la abnegación estremecedora que le es propia y con la solidaridad histórica que está unida a sus triunfos sobre la naturaleza, el pueblo en acción, organizado y consciente, extinga para siempre de la faz de la tierra la pobreza, consecuencia oprobiosa de la sociedad dividida en clases.
El Partido Comunista Chino envió a las zonas más pobres del país a 3 millones de sus cuadros. Estas zonas deben haber sido, sin duda alguna, las más alejadas y de más difícil acceso del país, al grado de que para cumplir con la tarea, se tuvo que reubicar de zonas imposibles de desarrollar, a cerca del 10 por ciento de los pobres extremos. He aquí una buena pista para explicar el prestigio del PCCH. Esos militantes del partido no estaban inscritos en sus listas esperando que en la siguiente elección les concedieran una candidatura y pasaran a formar parte, con suerte para siempre, de la élite gobernante, como sucede, por ejemplo, en nuestro país. Son ejemplares distinguidos de las clases más necesitadas que las educan, organizan y dirigen y que están sinceramente dispuestos a entregar su vida por el progreso de sus hermanos de clase.
Los comunistas chinos no lo hurtan, lo heredan. La historia de la terrible lucha de las clases explotadas chinas contra varios imperialismos y señores locales, ha durado muchos siglos, la historia de la lucha del PCCH es, también, larga, sufrida y heroica. Sólo tengo espacio para recordar que durante la prolongada etapa armada de la Revolución china, el partido emprendió, soportó y dirigió una marcha para cambiar sus posiciones militares y sobrevivir, y que esa larga marcha empezó con cerca de 100 mil personas que llevaban víveres para siete semanas, recorrió doce mil 500 kilómetros, duró 370 días y sólo la concluyó el 10 por ciento de los que la iniciaron. Ahí iban, ahí caminaron y combatieron, Mao Tse Tung, Chou en Lai, Deng Siao Ping y otros dirigentes históricos que son los que han inspirado la vida y el camino de los cuadros que ahora merecidamente celebran su victoria contra la pobreza extrema.