Una marcha de Estado

por Alejandro Carrillo Lázaro

Cuando el próximo domingo se empiecen a reunir los contingentes que transportaran “las asociaciones civiles” (gobiernos de los Estados) que operan en cada una de las entidades federativas que acompañaran al presidente de la república en Paseo de la Reforma para pregonar a una sola voz que la “4ta transformación sigue” y donde se minimizara aún más la marcha del 13 de noviembre, no podrán evitar pasar por aquella glorieta donde una palma se alzaba, dándole nombre a ese espacio urbano, y deberán mirar sin querer hacerlo un árbol que anuncia su propia muerte; firme solamente porque las cuerdas que se encuentran alrededor de él lo mantienen de esa forma, y entonces no podrán cuestionarse lo evidente ¿Quién autorizo la muerte del ahuehuete? Y digo que no podrán cuestionarlo porque la conciencia en una marcha de Estado ya está condicionada a elevar el ego de quien ocupa la silla presidencial.

El hombre dijo después de un dia de la marcha que tuvo a un orador ajeno a todos los que pretenderían estar en una boleta electoral y que hablo de democracia, no de la oposición al presidente, que la gente le había pedido que también marchara ¿Cuál gente?, inmediatamente salieron los personajes sin conciencia que replican la voz del líder “ahí estaré” se exclamaba en cada miembro que ocupan cargos que requieren su presencia o por lo menos la muestra de que les importa su cargo.

La medida de los individuos que se aglomeren en esa vialidad tan importante será del tamaño de su convocatoria, no de la calidad de sus ideas, ni de sus virtudes, ni mucho menos de algún respaldo académico o de honorabilidad; eso no se exige en una marcha de Estado porque lo importante no es una agenda, no es una exigencia, es aplaudir y respaldar al que encabeza. En la marcha del domingo próximo no habrá un orador que hable del valor de los movimientos sociales y su fuerza renovadora, no habrá alguien que hable de valores de unidad y paz, porque ciertamente ni unidad en el interior del partido pueden lograr. El gran Orador es el mismo que ha hablado siempre: Andrés Manuel llegara al zócalo a tomar la palabra

y exigir como lo hacia Memo Ríos “aplausos”. En las marchas de Estado no es diferente, es el líder y su muchedumbre, el líder y los demás, el líder y la masa.

Dijo AMLO días después de la marcha en defensa del INE, que quienes hicieron la diferencia fueron los que no acudieron, lo que demostraba que respaldo no hubo, ¿esa misma definición la usara para él mismo? La respuesta es clara: No.

Una marcha de Estado se centra en la idea de Institucionalizar la voluntad de una sociedad, tratando de venderse como genuino un movimiento social, generando percepción del acompañamiento y validación a las decisiones que se toman por parte del líder. El presidente está practicando la demencia e invita a los gobiernos de los Estados a participar de ella, tengan cuidado, no vaya a ser que la mente les juegue una broma y el presidente tan opositor como siempre en vez de glorificarse empiece a lanzar injurias al gobierno opresos, militarizado, neoliberal que habita en palacio nacional.

“Tan mal está el gobierno, que el presidente marchara en su contra el domingo próximo.”

El ahuehuete es un presagio de una muerte política, los divisores que ocupan el espacio público sucumben muy pronto por la ausencia de resultados reales: si AMLO fuera inteligente se hubiera dado cuenta que la polarización de TRUMP le hizo ganar un día la elección, pero no le permitió reelegirse, lo mismo con Bolsonaro.

En paseo de la reforma la gente marchara sin saber porque ni para que, serán números que validaran al que los llevo, pasaran por el árbol que usurpa el espacio de una palma que se enfermó con el tiempo como los gobierno panistas y priistas que se quisieron acabar las gallinas de los huevos de oro; cuando pasen junto a esas ramas que deberían ser un árbol, no podrán preguntarse la razón de la naturaleza muerta, pues la consentida de palacio nacional no se ha atrevido a decir

que “se equivocó”, lo único que podrán hacer es gritar la consigna, aplaudir al líder y preguntarse si ya pasaron lista.

Eppur si muove

En la imaginación. Un gobernador que no diré su nombre solo que es de Michoacán de pronto recibe la llamada del presidente. El primer mandatario le dice como dando órdenes -nos vemos en la marcha del domingo- el Gobernador le contesta -no señor presidente, a mí me pagan por ser gobernador de Michoacán, no por irle a engordar el caldo a alguien, cuando federalice la nómina educativa, o cuando se reciba recurso que de verdad sea extraordinario, podría irle a agradecer, pero no a marchar, porque marchamos muchas veces para ocupar estos espacios y ponernos a trabajar, no para ocuparlos y buscar perdurar- se cuelga el teléfono y el gobernador se sabe que acaba de defender la identidad de un Michoacán que es mucho más que cualquier partido político. Eso pasa en mi imaginación, porque la realidad el próximo domingo se verá que es muy distinta.

smr 12:13

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