Comenzaron los Juegos Olímpicos de Paris 2024 y tuvieron más ruido mediático del esperado. Voy a separar la forma del fondo y te daré mi opinión de ambas.
Tradicionalmente la inauguración tiene un formato simbólico deportivo con el desfile de las delegaciones participantes y un lado artístico que muestra la cultura de la sede. Siempre había ocurrido esto dentro de un estadio. Paris decidió romper con esta tradición y usó la propia ciudad para hacer un majestuoso y cansado evento. El desfile de los participantes lo vimos a través del Rio Sena y el juramento olímpico se hizo a los pies de la Torre Eiffel. La antorcha olímpica recorrió la ciudad a través del metro, el rio, las azoteas y llegó hasta el Jardín de las Tullerías, donde un globo aerostático se transformó en el pebetero. Me gustó mucho que rompieran con la tradición, me gustó como hicieron lucir la ciudad, pero hubo momentos donde todos los elementos no tuvieron conexión y se tornaba cansado.
Dentro del performance artístico de la ceremonia, fueron incluidos constantemente elementos que abrazan la diversidad. Aquí vino un desfile de modas donde muchísima gente interpretó una recreación de La última cena y se ofendió por la manera en que fue representada. Yo al final de ese acto vi a Dionisio, dios del vino y me hizo preguntarme ¿Realmente era la última cena? Dicen que percepción es realidad y si la gente interpretó una ofensa a sus creencias yo no me meto. Yo más bien cuestiono otro tema: ¿Era necesario hacer tanta referencia a la diversidad? Bienvenida la diversidad. La respeto y la apoyo. Pero este es un evento deportivo donde buscamos a los mejores atletas y resaltamos su velocidad, su fuerza y su destreza. No encuentro la necesidad de acentuar la diversidad en el ámbito deportivo.
Dicho esto, les comento que me parecieron mucho mejores las ceremonias inaugurales de Londres 2012 y Barcelona 1992.
CCC 11:36