Se cumplieron 5 años del deceso de Diego Armando Maradona. Este fatal aniversario sacudió redes sociales de forma bipolar. Recuerdos magistrales. Recuerdos negativos. Sol y sombra. Así como fue la vida del Diego, así es su recuerdo.

Es curioso que nadie tiene una visión errada de Diego. No hay debate para quienes lo recuerdan por su talento sinigual, por su espectacular juego y por su liderazgo único. Tampoco hay debate para quienes recuerdan la polémica, el escándalo y la droga.

Diego siempre está presente en una plática futbolera. Los “Baby Boomers” y la “Generación X” siempre han discutido quien fue mejor si Pelé o él. Las generaciones “Y” y “Z” discuten si fue mejor Maradona o Messi. Los mexicanos discutimos que gol fue mejor, si el de Negrete a los búlgaros o el de Diego a los ingleses.

Dicen que Diego intimidaba a cualquiera. Tuve la oportunidad de comprobarlo. Ser colaborador de Dorados de Sinaloa me permitió por un día estar cerca de él. Organicé en mi mente mi encuentro. Cuando me lo presentaran le extendería la mano izquierda y le diría: “Lo saludo con la izquierda, quiero tocar la mano de D10s”. Cuando lo tuve enfrente olvidé mi protocolo, extendí la derecha y le dije un tímido “mucho gusto”.

Definir a Maradona es difícil, pero puede hacerse en los 90 minutos de aquel famoso Argentina contra Inglaterra de México 86. Diego era capaz de anotar el gol más bello de la historia sin ayuda de sus compañeros y era capaz de hacer trampa ante los ojos de todos y festejar sin vergüenza.

Yo siempre recuerdo al Diego futbolista. Al otro Diego no lo considero. Al fin y al cabo la pelota no se mancha.

JZ