México: ¿el narcotráfico acalla el Grito de Independencia?

Un Grito de Independencia parcialmente acallado. Cada 16 de septiembre, México conmemora, desde hace 215 años, su emancipación de España. En todo el país, en la noche del 15, se celebra el Grito de Independencia, que recuerda el inicio de la lucha por la libertad.

Pero este año, y por segundo año consecutivo, algunos estados anunciaron la suspensión de los festejos por cuestiones de seguridad. Es el caso del estado de Sinaloa, así como de algunos municipios de los estados de Veracruz y Michoacán.

“He decidido que la celebración de nuestra independencia se limitará únicamente al acto cívico protocolario con la intervención de los representantes de los poderes del Estado y las fuerzas Armadas”, anunció este fin de semana el gobernador del estado de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, en redes sociales.

Fue una “decisión difícil” para las autoridades, forzada por el clima de violencia proveniente del narcotráfico imperante en la región.

Según registros oficiales, la pugna entre las facciones del Cartel de Sinaloa ―Los Chapitos y Los Mayos― ha dejado, solo desde el 9 de septiembre de 2024 (que marca el inicio de esta confrontación interna tras acusaciones de traición), un saldo de 1.850 personas asesinadas y de más de 1.800 desapariciones forzadas.

Así pues: ¿hasta dónde el narcotráfico marca hoy el compás del país, o de algunas de sus zonas? ¿Podría pensarse el narcotráfico como el nuevo poder subyugante de la actualidad?

“Tanto en el pasado, como en el presente, y probablemente también en el futuro, el narcotráfico jugará un papel clave en los destinos del país”, sostiene Florian Huber, representante en México de la Fundación Heinrich Böll, vinculada al partido alemán Los Verdes, en entrevista con DW.

Sin embargo, en la actualidad, “el reto es, por un lado, la dispersión y la atomización de las estructuras del narcotráfico”, indica el jurista alemán. “Y, por otro, la capacidad de diversificación de los grupos criminales, siempre reinventándose y adaptándose a las circunstancias”, completa.

“El narcotráfico es, sin duda, una realidad dura, y tiene una influencia significativa en muchas partes del país”, entiende, en el mismo sentido, Siegfried Herzog, director regional para América Latina de la liberal Fundación Friedrich Naumann, con sede en México, consultado por este medio.

“Pero no es nada nuevo”, contextualiza, “empezó antes de la Primera Guerra Mundial, y no va a desaparecer mientras haya demanda para sus ‘productos'”, plantea.

“El Gobierno de Claudia Sheinbaum, bajo la dirección de su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, ha tomado medidas más estrictas que sí han dado resultados”, evalúa Herzog. “Ahora los problemas no están siendo ignorados, sino enfrentados”, indica.

“Lo que falta es, como siempre, dinero: el gasto para seguridad y justicia no es suficiente, y tanto la política como la justicia necesitan reformas estructurales”, apunta asimismo Herzog.

Al mismo tiempo, en relación con las cancelaciones de los festejos, prefiere mostrarse cauto: “En total, [las suspensiones] aplican a unas 20 municipalidades de todo el país: con excepción de Sinaloa, no me parece algo fuera de lo normal”, relativiza.

El representante de la Fundación Böll saluda también el desempeño al respecto del Gobierno nacional: “Sheinbaum ha intentado implementar una mejor articulación entre las autoridades de seguridad y judiciales ―federales, estatales y locales―, y ha apostado por el fortalecimiento de la inteligencia”, destaca.

Sin embargo, “mientras la violencia sigue marcando la vida cotidiana de muchos ciudadanos y ciudadanas, existe también un cierto cansancio en la sociedad, después de casi dos décadas de violencia”, completa el cuadro Huber.

“Para los actores responsables, institucionales y políticos, muchas veces resulta incómodo ser confrontados con los hechos de violencia”, analiza, “y prefieren dirigir la atención a otros temas donde pueden mostrar mejores resultados”, indica desde Ciudad de México.

“El crimen organizado no puede ser eliminado completamente, pero sí es posible reducir su poder, recuperar el espacio público y limitar la violencia”, resume, a modo de balance, Herzog.

“No sería correcto decir que la lucha está perdida, pero las cosas tampoco están bajo control”, concluye.

Con todo, la presidenta de México se dispone a convertirse en la primera mujer en más de un siglo en celebrar el Grito de Independencia desde el balcón presidencial: un gesto histórico que resuena en medio de la violencia que sacude al país.

JZ

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