La NASA envía ratones al espacio y lo que pasa indica que nuestro futuro no estaría en Marte

Un estudio con ratones jóvenes enviados por la NASA a la Estación Espacial Internacional ha revelado un problema de salud grave y localizado que no tiene su origen en la radiación, sino en la falta de esfuerzo gravitacional en las extremidades más exigidas en la Tierra. Sus conclusiones pueden consultarse en la revista PLOS One.

El deterioro óseo no se produce de forma uniforme en el esqueleto, ni tampoco tiene relación directa con factores como la radiación o la falta de luz solar. En lugar de eso, los fémures (los huesos que más peso soportan en condiciones terrestres) son los que más se ven afectados por la microgravedad, según los datos recogidos por la NASA y el Blue Marble Space Institute of Science.

Durante 37 días en órbita, los ratones mostraron daños estructurales notables en sus extremidades posteriores, mientras que la parte lumbar de la columna, menos involucrada en el soporte de peso en estos animales cuadrúpedos, se mantuvo prácticamente inalterada.

El equipo liderado por la bioingeniera Rukmani Cahill analizó diferentes secciones del esqueleto de los ratones tras su regreso a la Tierra. Las imágenes revelaron grandes cavidades internas en los extremos del fémur, especialmente en las zonas próximas a la articulación de la cadera y la rodilla, mientras que la densidad ósea exterior permanecía intacta.

“Si la radiación o un factor sistémico fueran responsables de la pérdida ósea, lo normal sería encontrar alteraciones generalizadas”, explicaron los investigadores. Sin embargo, los cambios eran locales y muy concretos, apuntando a una causa biomecánica relacionada con la ausencia de fuerza gravitacional.

En condiciones normales, los astronautas pueden perder cerca del 1 % de su densidad ósea por cada mes en microgravedad. Esta tasa es diez veces más alta que la pérdida asociada a la osteoporosis en la Tierra. Peor aún: estudios anteriores indican que gran parte de esa pérdida no se recupera tras volver.

Uno de los hallazgos más preocupantes de este experimento es que los ratones jóvenes comenzaron a mostrar osificación prematura, un proceso en el que el cartílago se convierte en hueso antes de lo habitual, lo que puede afectar al desarrollo esquelético futuro. Al mismo tiempo, la cavidad medular del cuello femoral se expandió, debilitando aún más la estructura ósea interna.

baf

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