Todos al Zócalo, para gritar: “no nos dolió”

Alfonso Villegas García

Se ha llevado a cabo una convocatoria para estar en el Zócalo de la ciudad de México, el próximo 9 de marzo, por parte de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo.

Nos han dicho que será la presentación de acciones sustantivas y definitivas -yo diría: definitorias- ante la instrumentación de cobro de aranceles, por demás fuera de lugar y dirigidos por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Pero las preguntas que surgen son: ¿por qué hasta el domingo? ¿por qué ante una audiencia predominantemente ciudadana? ¿por qué será un anuncio de acciones sustantivas y definitivas? y, ¿qué se va a lograr con ese evento?

A ver, la primera es ¿por qué hasta el domingo? Y quizá la respuesta es que esperan un recambio por parte de Estados Unidos. Por lo pronto ya se anunció que se posponen a un mes las importaciones de autos y la factibilidad de ajustar los aranceles para los productos del campo.

Eso quiere decir que la espera tiene que ver con indicios de ajustes en lo general e incluso posponer todos o la mayoría. Mucho de esto pudiera suceder el día de hoy con la comunicación entre la presidenta de México y el presidente de Estados Unidos.

Empero, no olvidemos que la llamada telefónica con Justin Trudeau no logró cambio alguno sobre los aranceles, incluso se mantiene el discurso agrio sobre la meta de Trump de que Canadá sea el estado 52 de su país.

La segunda pregunta es ¿por qué ante una audiencia, predominantemente ciudadana?, porque está claro que la presentación de alternativas econométricas versus aranceles estadunidenses implica acuerdo entre los sectores productivos, cuando menos en una primera instancia.

La otra inquietud es que la referencia a este tipo de eventos ha sido para legitimar el quehacer gubernamental y al propio movimiento de la cuarta transformación, autodenominado así por el oficialismo desde el sexenio anterior inmediato.

Por la simple suma de hechos, eso se dará, pero ¿realmente lo necesita la presidenta ante los resultados de las encuestas de satisfacción que la consideran vehementemente en alta estima donde más de 8 de cada 10 encuestados la avalan?

No creo que sea un asunto de egos, sino para que quienes han expresado autonomía de opinión dentro del mismo movimiento de la 4T, se alineen ante la capacidad de convocatoria de la presidenta; así también para decirle a los representantes de los 37 sectores productivos del país, también convocados, que es mejor alinearse al proyecto para que la masa no los descalifique, en especial a los gremios corporativistas de dichos sectores.

La otra y visiblemente relevante, es la imagen mundial que dará el evento sobre la fuerza de la presidenta al interior y como líder de proyecto para generar recambio en el orden mundial del mercado. Esto es que México podría generar una invitación al establecimiento de acuerdos, incluyendo de mercado común, al margen de lo que fue -así, en pasado- el tratado trilateral de libre comercio.

La tercera pregunta es ¿por qué será un anuncio de acciones sustantivas y definitivas?, pues ante la hipótesis de generar una imagen de autodeterminación en el mercado internacional y, por supuesto al interior del país, hará la presidenta un anuncio de acciones que ya estaban en proceso como el Plan México para el desarrollo compartido y por el otro se generarán importantes promociones para ofrecer líneas de comercialización distinta al T-MEC, tanto institucionalizadas por la participación en la APEC, en el BRICS, que es un grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica -que si participará México, podría ser: BRICSM-, o de manera libre con Asia, Comunidad Europea, o hasta Rusia. O quizá invitar a países para generar una organización internacional para contener la visible crisis económica que se avecina (y no solo por culpa de Estados Unidos, sino por las propias consecuencias nacionales del manejo crítico del gasto público y la todavía alta presencia de inseguridad).

O simplemente invitar a Canadá para generar acuerdos bilaterales emergentes, ante la orquesta perversa de un gobierno naciente, distinguido por la violencia, la unilateralidad y la falta de escrúpulos, sobre todo en materia de derechos humanos.

La cuarta y última pregunta es ¿qué se va a lograr con ese evento? Y creo que se contesta con lo antes expuesto. Sólo sumaré que es altamente factible que indirectamente se genere una reacción de simpatía entre latinos, mexicanos y, en general, estadunidenses organizados o no, que están en desacuerdo con la posición de su presidente y acompañantes.

Está claro que a Trump no le generará cambio alguno, en el corto plazo, pero el avance de lo que venga, sí.

Pidamos a la presidenta si será conveniente que el evento del domingo 9 de marzo, sea política de Estado; que la egolatría y el interés por el populismo no afecte para que la invitación a la verdadera unidad nacional pueda darse. Sólo así, el Himno Nacional Mexicano tendrá buen sabor de boca.

baf

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