La Estación Espacial Internacional, un laboratorio de investigación en órbita que representa una inversión de 100 mil millones de dólares, enfrenta serias amenazas de seguridad.
A 25 años de su lanzamiento, esta estación de colaboración internacional muestra signos de envejecimiento que han escalado las preocupaciones de seguridad de la NASA y Roscosmos.
Recientemente, se han identificado 50 áreas de preocupación, que incluyen fugas y grietas en los módulos de la ISS, lo que ha llevado a ambas agencias a elevar el nivel de riesgo y a preparar a la tripulación para una evacuación de emergencia.
Desde 2019, la NASA y Roscosmos han detectado una fuga persistente de aire en el módulo de servicio ruso Zvezda. Esta fuga, ubicada en el túnel de transferencia de la Estación Espacial Internacional, se ha incrementado con el tiempo, alcanzando su punto máximo en abril de 2024 con una pérdida de aire de 1,68 kg por día.
Aunque los técnicos han intentado sellar las grietas con parches y sellador, el aumento en la pérdida de aire sugiere que la situación continúa empeorando. Los escudos temporales colocados no han podido detener completamente la fuga, lo que llevó a los responsables a calificar la situación como un riesgo de seguridad máximo.
La preocupación es tal que la NASA ha negociado con Roscosmos un protocolo de seguridad, según el cual el módulo Zvezda debe mantenerse sellado durante las noches y solo abrirse en casos estrictamente necesarios. Cuando se abre, a los astronautas se les pide que permanezcan en la sección estadounidense de la estación para facilitar una evacuación de emergencia.
Además de las fugas, la Estación Espacial Internacional enfrenta la amenaza de los micrometeoritos y los desechos espaciales (MMOD). La creciente cantidad de basura espacial en órbita representa un peligro significativo, ya que las piezas pueden impactar con la estructura y dañar sus módulos y equipos de soporte vital.
La NASA ha equipado algunas secciones de la Estación Espacial Internacional con escudos de protección capaces de resistir fragmentos de hasta 3 cm; sin embargo, la cantidad de desechos no rastreables que podrían comprometer la estación es significativa, con más de 100 millones de piezas orbitando en el espacio.
Este problema no solo amenaza la integridad de la EEI, sino también cualquier intento de evacuar a la tripulación en una emergencia. Según la Oficina del Inspector General de la NASA, los costos y los recursos limitados dificultan la disponibilidad de vehículos listos para ser lanzados en caso de daños graves en los vehículos de escape.
Ante el agravamiento de las fugas, la NASA ha recurrido a SpaceX, contratando a la empresa de Elon Musk para desarrollar un plan de evacuación para sus astronautas. En julio, la NASA firmó un acuerdo de contingencia con SpaceX por 266,000 dólares para garantizar el regreso seguro de la tripulación estadounidense, quien tradicionalmente habría regresado en una nave rusa.
Este cambio en los planes resalta la necesidad de contar con opciones de emergencia, dado el deterioro del módulo Zvezda y los problemas presupuestarios de ambas agencias.
En reuniones recientes entre la NASA y Roscosmos, el administrador asociado de la NASA, Jim Free, enfatizó la urgencia de encontrar soluciones para mitigar la fuga y proteger la estación. No obstante, aún no se ha alcanzado un consenso sobre cuándo la fuga podría considerarse «insostenible», lo que deja en incertidumbre el futuro de la ISS.
Aunque los astronautas no enfrentan un riesgo inmediato, los problemas estructurales y las amenazas de desechos espaciales han llevado a la NASA a elevar la calificación de riesgo de la estación. Con una vida útil inicialmente prevista de 15 años, la ISS ya ha superado su tiempo de servicio en una década. La NASA planea mantener la estación en funcionamiento hasta 2030, tras lo cual se prevé una desorbitación controlada, aunque esto depende de la cooperación continua de Rusia, que aún no ha confirmado su participación más allá de 2028.
SpaceX ha sido contratado para desarrollar un vehículo que pueda empujar la ISS a una desorbitación segura, un proyecto valorado en hasta 843 millones de dólares. Sin embargo, la falta de un acuerdo formal con Rusia complica los planes de la NASA, dejando el futuro de la ISS en una situación precaria.
La Estación Espacial Internacional enfrenta desafíos críticos que ponen a prueba la resiliencia de esta emblemática estructura en el espacio. Con problemas de fuga, riesgos de impacto de desechos espaciales y una vida útil extendida, la NASA y Roscosmos deben encontrar soluciones conjuntas para mantener la seguridad de la tripulación y la operatividad de la ISS hasta su retiro programado en 2030.
baf