El Papa ha emprendido en la tarde de este lunes y hasta el 12 de septiembre el viaje internacional más largo de su pontificado, un total de 12 días en Asia y Oceanía en los que visitará cuatro países: Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Un compromiso muy fatigoso, con 44 horas de vuelo en siete desplazamientos, hasta ocho horas de cambio horario y calor tropical, que llega precisamente en un momento en el que su salud cada vez es más delicada.
Jorge Mario Bergoglio, de 87 años y que ya es el pontífice más anciano desde León XIII, se mueve en silla de ruedas, ha pasado por el quirófano tres veces en tres años y antes del verano sufrió una larga infección respiratoria que le impidió leer sus discursos. Bergoglio se halla ya en una fase compleja de gestionar por la que pasó Juan Pablo II en sus últimos años: el principal motivo de interés del Papa empieza a ser su salud, que muy a su pesar eclipsa a menudo todo lo demás.
Hace un año que Francisco no viaja fuera de Italia, desde su visita en septiembre de 2023 a Marsella. Luego, en noviembre de ese año, tuvo que cancelar un desplazamiento a Dubái a la cumbre del clima. Debido a su edad ―cumple 88 años en diciembre― y a sus últimos achaques, no se esperaba que a corto plazo volviera a hacer grandes viajes internacionales, pero ha sorprendido precisamente con el más complicado de los que ha realizado hasta ahora, aunque de puertas afuera no se le vea la urgencia. Pero el Papa tiene su propia agenda y también hace ver que la preocupación por su salud no le va a frenar en sus tareas. En este caso, su prioridad son las comunidades cristianas fuera de Europa, por lejanas que sean, el diálogo con el islam, o el cambio climático.
CCC 16:30