Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar el
mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
Los tambores de guerra han empezado a sonar. Los ejércitos políticos buscan su alineación perfecta. Los comandos esperan refuerzos, mientras construyen pertrechos, porque la batalla -todos lo saben- no será por aire, se dará en tierra. El triunfo le corresponderá a quien tenga inteligencia, cabeza fría y sensatez.
Caerán aquellas fuerzas de moral disminuida, exaltadas por sus egos, llenas de fantasías.
Los mexiquenses hemos visto pasar procesos electorales, candidatos y partidos políticos en busca del poder; pero, a pesar de que unos llegan y otros se retiran, no ha cambiado en mucho nuestra entidad. Se siguen adorando a las grandes estatuas de piedra y fierro, más que a la educación y se aplaude más un viaje al Vaticano que combatir al flagelo de la pobreza; por cierto, ronda por ahí del 49% de la población total del Estado, de acuerdo con las cifras del INEGI.
Sin embargo, el Estado de México, es un territorio altamente significativo para cualquier fuerza política actuante. Se distingue por su voluminosa lista electoral, su importancia económica y por la cantidad de representantes sociales que proporciona en ambas Cámaras legislativas federales, entre muchas cosas más.
Para esta campaña en ciernes, no habrá espacio para novatos ni tiempo para fuerzas de alevines, se requerirá de maestros de la persuasión política; de verdaderos operadores electorales
especializados en tierra; probados en campo, ya que deberán ser capaces de interpretar y descifrar los diferentes estados de ánimo de la sociedad mexiquense.
Las estructuras electorales territoriales en liza serán las que carguen con la mayor responsabilidad en esta ocasión, por encima de las estrategias por aire. Será el contacto de tú a tú, de puerta en puerta, calle por calle y de sección por sección, lo que marque la diferencia.
Pero deberán tener especial atención con la fidelidad de sus formaciones políticas, porque serán ellos, quienes busquen una base de votantes suficientemente estable, ya que el trasvase del voto, en esta ocasión, puede ser aún mayor y cargarse hacia cualquier lado de la moneda.
Esta vez no valdrá presumir quien tiene la mejor organización territorial ni el tamaño de sus estructuras; será mejor demostrar, quien cuenta con la mejor base electoral, estable y fidelizada. Cualquier partido puede ser el refugio temporal o definitivo de un votante desencantado, desilusionado o enojado.
Es por eso, por lo que sostengo que la batalla electoral se decidirá por tierra y no por lo que se lance por aire. Los frentes son muchos, pero hay algunas cosas imprescindibles de atender de manera urgente, porque las alertas se han encendido.
Una de ellas, es la lista electoral a la que se incorporaron más de 2.7 millones de personas con la posibilidad de votar; pero también, lamentablemente el Edomex, abono a las muertes por COVID, cerca de 50 000 personas fallecidas, muchas de ellas, militaban en algunos de los partidos que concursan por la gobernatura. Es verdad que aumentó el padrón electoral; pero, también disminuyo, aunque no haya sido, en proporción directa.
Otra cosa corresponde a la fuga de votantes y al profundo desapego hacia los partidos que va en aumento. Nuestros tiempos políticos reflejan a un electorado notablemente menos fiel y más elástico a la hora de votar.
Todo lo anterior derivará en una serie de pérdidas y ganancias entre los partidos y para cada caso hay que estar preparado con una estrategia en tierra adecuada.
Es conveniente, recordarles a algunas fuerzas políticas, que en esta ocasión no operara el voto útil, ni partido bisagra que les abone votos. Ellos mismos los han desactivado; por un lado, debido al débil nivel de competencia alcanzado, y por el otro, resultado de traicionar los acuerdos con sus aliados.
El desplome de la fidelidad del voto será la tarea más urgente y coyuntural de los equipos de operación territorial, porque trastoca el posicionamiento del cualquier candidato y dificulta la tarea de convencer y hacer volver al redil a quienes abandonaron sus filas.
El triunfo electoral del 2023 dependerá al 100% del diseño de una campaña territorial profesional, focalizada y estratégica que incida y atienda a tiempo esos problemas.
Ganará el partido que posicione lo más pronto posible a su candidata o candidato dentro de las preferencias del electorado y no espere hasta el día “D”; el que persuada eficazmente al electorado; que movilice a su favor el voto de los indecisos y de los nuevos votantes; pero, también, mucho tendrá que ver la forma y lo medios que se utilicen para detener -lo mejor posible- los flujos de salida de sus simpatizantes y miembros activos.
El partido Morena ya se decantó por una batalla maestra. Faltan los demás partidos que la bauticen, pero creo que aún están desojando
la margarita. Mientras que otros más (especialmente un dirigente) está más interesado por su pastel de cumpleaños y que le canten las mañanitas, que por el proceso electoral que enfrentará. No voltea a ver a sus ejércitos, porque no es un buen general. Nunca lo ha sido.
Por eso, algunos partidos políticos de moral alicaída piensan en la derrota anticipada.
Ahora, mis preguntas finales: sobre la fidelidad de las tropas, ¿Alcanzarán a tiempo detener la fuga de simpatizantes y afiliados? ¿Qué tal ese pastel de cumpleaños y las mañanitas a coro? ¿Qué es mejor ser fiel a un dirigente de un partido o fiel a la ciudadanía?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega
smr 11:27