por Mtra. Nuria Gabriela Hernández Abarca
Todos los días nos dormimos y despertamos viendo realidades que sobrepasan nuestro entendimiento y nos llenas de tristeza y mucha frustración e impotencia.
Lo que antes era una noticia aislada y representaba una situación reprobable para muchas personas, hoy parece perderse en la normalidad de nuestra cotidianeidad, en lo que ya es parte de la realidad de este país, en lo que nuestras hijas e hijos escuchan todos los días y es justamente eso lo que no podemos permitir, mucho menos cuando detrás de cada número hay una historia de vida y mucho dolor de las familias que lo viven.
Esta semana, como todas las demás, hemos estado observando en las noticias un gran número de casos de desapariciones de niñas y mujeres que en muchos casos lamentablemente terminan en su homicidio.
Todas estas noticias tienen un común denominador, -son mujeres de las que hablamos- en diferentes etapas de su vida, pero todas son mujeres.
A decir de la Red por los Derechos de la Infancia las niñas y adolescentes son víctimas de delitos y violencia, en muchos casos extrema, esta red señala que de octubre del 2015 a 2021, se registraron 74 mil 107 delitos en contra de mujeres y niñas. De enero a diciembre del 2020, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, registró 10 mil 704 casos de violencia en contra de las mujeres de entre 0 a 17 años de edad.
Entre los delitos más cometidos contra las niñas, se encuentran la corrupción de menores que registro mil 270 casos en el 2020, la violencia sexual, la violencia física y lesiones que durante el 2020 acumuló cuatro mil 162 casos o los casos de trata infantil que se identificaron 203 casos en el 2020. y aunque no se nombre como tal, el feminicidio infantil es una realidad ante la cual no podemos cerrar los ojos.
Estas formas de violencia contra la infancia son una constante que queda invisibilizada en los discursos y políticas públicas, sin colocar en el centro de la atención, el principio de interés superior de la infancia, que demanda de las autoridades y personas adultas que tienen el deber de cuidado de la infancia.
Respecto a esta lamentable realidad la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2019) señala que, en México los casos de violencia contra la niñez son difícilmente denunciados “ya sea por temor al agresor, a la exposición pública, a la estigmatización, por desconfianza en las autoridades, por desconocimiento de los derechos o bien por la ausencia de mecanismos disponibles y accesibles para reportar y pedir ayuda”, por ello no se tienen fuentes de información que permitan medir y calcular de manera cabal e íntegra la violencia contra las niñas y adolescentes en México, y señala que entre 2010 y 2016 se registraron 9,067 defunciones por homicidio de niñas, niños y adolescentes, el 24% correspondiente a niñas y mujeres adolescentes.
Respecto a este tema el INEGI señala que desde que se tipifico a nivel federal el feminicidio (2012) hasta el año 2016, los registros con los que cuenta reportan que hubo […] 821 Defunciones Femeninas con Presunción de Homicidio de niñas entre los 0 a los 14 años de edad; 20 por ciento de estos asesinatos fueron cometidos contra niñas de menos un año de edad (160 casos), 27 por ciento en niñas de tan sólo 1 a 4 años de edad (227 casos), 19 por ciento fueron niñas de 5 a 9 años de edad (153 casos), el mayor porcentaje, 34 por ciento, se concentró en niñas entre los 10 y 14 años de edad (281 casos).
Posteriormente en el año 2017, estos reporten señalaban que 181 niñas menores de 15 años fueron asesinadas en nuestro país: 21 de ellas tenía menos de un año, 44 tenían entre 1 y 4 años, 29 entre 5 y 9 años y 87 estaban entre los 10 y 14 años, de acuerdo con los registros de defunción del INEGI.
Este delito es una grave realidad que queda desdibujada por muchas otras formas de tipificarlo como como “homicidios” “homicidio calificado”, “parricidios”, homicidios por “negligencias de cuidado” o “infanticidios, lo que no permite identificar que la comisión de este delito atiende a la misoginia y al hecho de que esas niñas fueron asesinadas por su condición de género, por lo que es importante reforzar la legislación en la materia, de manera específica la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la cual contiene entre sus principales principios rectores en materia de protección de la infancia, el interés superior de la niñez; la igualdad sustantiva, la no discriminación y la inclusión y el acceso a una vida libre de violencia, que sin lugar a dudas tienen la firme intención de revertir las condiciones específicas de estereotipos, desigualdad y violencia que enfrentan las niñas mexicanas.
Lo que no podemos como sociedad es seguirnos acostumbrando a escuchar todos los días esas noticias, pero mucho menos podemos acostumbrar a nuestra hijas e hijos a vivir así, con miedo, con desesperanza pensando que, en este país, no es un país donde se garantice el seguir viviendo.
Hablar de transformar la realidad que viven las niñas en México y en el Mundo, pasa necesariamente por reconocer que la invisibilización y normalización de las violencias, los estereotipos de género que las colocan en condiciones de desigualdad y discriminación, que la normalización y complicidad de prácticas de abuso sexual, la hipersexualización de las niñas como practica socialmente tolerada, son realidades que deben de ser erradicadas ¡YA!
Debemos de reconocer que este país es un país INSEGURO para ser niña o mujer, es un país donde nacer mujer, te coloca inmediatamente en un riesgo alto de vivir un episodio de violencia, y que tu vida en estas condiciones- ser mujer- estará destinada a estar en riesgo; por la forma en la que vistes, lo que decides estudiar, las calles que transitas, lo que hablas, cuando te expresas y como lo haces, con quien te relacionas, donde estudias o trabajas, si estas en casa o afuera de ella, si eres activista o política, si eres niña adolescente o mujer, -siempre estarás insegura-.
Que jodida realidad tenemos enfrente, si eres hija o madre, si eres tía o abuela, amiga o no, siempre estaremos en riesgo mientras la normalización a las violencias que vivimos siga avanzando.
Tenemos que abrir los ojos, y desterrar nuestra ceguera social respecto a la violencia contra niñas y mujeres y entender de una vez, que si no nos involucramos como sociedad y como gobiernos en la prevención y en dejar de normalizar la violencia, esta realidad seguirá siendo una constante, arrancándoles a las niñas y adolescentes la oportunidad de crecer en un país que garantice su derecho a vivir una vida diga y libre de violencias, entre ellas la desaparición forzada, la trata o el feminicidio.