Detectan una señal de radio desde el 3I/ATLAS: ¿Qué significa este hallazgo?

Durante un breve instante, en octubre de 2025, un objeto nacido en los confines del espacio interestelar atravesó nuestro sistema solar dejando tras de sí un rastro sutil pero detectable: una señal en la radiofrecuencia, captada mientras se deslizaba cerca del Sol. El protagonista de esta historia cósmica es 3I/ATLAS, el tercer cuerpo identificado con trayectoria claramente interestelar tras 1I/’Oumuamua y 2I/Borisov. Pero a diferencia de sus predecesores, 3I/ATLAS ha ofrecido algo inédito: una señal de radio registrada con claridad, que apunta a una envoltura rica en gases volátiles.

La detección, reportada por un equipo internacional liderado por astrónomos en Sudáfrica y Suecia, se produjo el 24 de octubre gracias a la sensibilidad del radiotelescopio MeerKAT. La señal en cuestión corresponde a líneas de absorción en las frecuencias de 1665 y 1667 MHz, características del radical OH, un subproducto común del agua en cometas.

La observación se realizó con el objeto apenas a 3,76 grados del Sol, en una configuración especialmente arriesgada por la interferencia solar y la geometría de visión desde la Tierra. Esta detección no es trivial. Los intentos previos, realizados en septiembre del mismo año, no habían logrado captar ninguna señal.

Pero en octubre, justo antes del perihelio (el punto de máximo acercamiento al Sol, que 3I/ATLAS alcanzó el 29 de ese mes), el OH comenzó a absorber parte de la radiación de fondo, dejando su impronta en el espectro captado por MeerKAT. Los datos muestran un corrimiento Doppler de las líneas, exactamente en la dirección y magnitud esperadas para un objeto desplazándose a más de 68 kilómetros por segundo respecto al Sol.

Los resultados revelan que el OH se detectó con una señal clara, aunque tenue: los picos de absorción no solo confirman la presencia de vapor de agua en su coma (la envoltura gaseosa que rodea al núcleo), sino que sitúa a 3I/ATLAS firmemente dentro del comportamiento típico de cometas activos, a pesar de su procedencia galáctica.

Aunque ha habido cierta expectación pública ante la posibilidad de que este tipo de objetos puedan tener un origen artificial o insólito (una narrativa que ganó fuerza con ‘Oumuamua y su forma alargada y su comportamiento no gravitacional), los datos reunidos hasta ahora para 3I/ATLAS pintan un cuadro más convencional.

Las observaciones del telescopio espacial Hubble y del James Webb revelan una coma moderada, una cola orientada en dirección antisolar y una producción controlada de gases como cianuro de hidrógeno, que encajan con las propiedades físicas esperadas de un cometa helado.

Este cuerpo, detectado por primera vez el 1 de julio de 2025, ha sido objeto de un seguimiento exhaustivo desde múltiples observatorios terrestres y espaciales. A medida que se alejaba del Sol tras el perihelio, las condiciones para nuevas observaciones mejoraban progresivamente, ofreciendo nuevas ventanas para explorar su composición mediante diferentes técnicas espectroscópicas, incluida la radioastronomía de baja frecuencia.

La detección de líneas OH abre la puerta a nuevas campañas que podrían estudiar no solo su actividad, sino la interacción de su coma con el entorno solar y su respuesta a la radiación y al viento solar.

Más allá del valor técnico de la observación, esta detección representa un cambio de paradigma: por primera vez, un objeto interestelar no solo ha sido captado ópticamente, sino que también ha dejado un rastro radioeléctrico inequívoco, el tipo de señal que permite a los astrónomos investigar los procesos químicos activos en tiempo real. Esta huella radioeléctrica no solo confirma su condición de cometa activo, sino que inaugura una nueva forma de estudiar cuerpos errantes provenientes de otras estrellas.

JZ

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