Sonia López Iglesias, psicopedagoga: “Un adolescente sobreprotegido no ha desarrollado correctamente su autoestima porque siempre depende de que el adulto le solucione sus problemas”

López Iglesias identifica el núcleo del problema: “Un adolescente sobreprotegido no ha desarrollado correctamente su autoestima porque siempre depende de que el adulto le solucione sus problemas”. Esta dinámica crea un círculo vicioso donde el joven no desarrolla las herramientas emocionales ni prácticas para enfrentar retos por sí mismo.

La psicopedagoga advierte que este patrón conduce a adolescentes que “no va a saber tomar buenas decisiones y, sobre todo, que se va a frustrar mucho ante esos nuevos retos que le va a plantear la etapa”. La incapacidad para gestionar la frustración se convierte en una barrera significativa para su desarrollo saludable.

Frente a la sobreprotección, López Iglesias propone un enfoque basado en el desarrollo progresivo de la autonomía: “Hay que empezar trabajando la autonomía desde bien pequeños. Y lo que nos va a facilitar mucho trabajar esa autonomía va a ser el establecimiento de unas rutinas y unas responsabilidades”.

La experta explica cómo este trabajo temprano sienta las bases para la adolescencia: “Las rutinas y las responsabilidades, poco a poco, le dan al niño esa autonomía y esa autoestima que él necesita para poderse enfrentar a todos los retos nuevos que se va a encontrar en la etapa de la adolescencia”.

El marco para el crecimiento responsable. La solución no está en la permisividad total sino en el establecimiento de “límites consensuados que nos van a ayudar mucho a trabajar esa autonomía”. Estos límites, negociados con el adolescente, “nos va a ayudar mucho a que el adolescente se responsabilice de sus conductas, a que sepa muy bien que saltarse ese límite que hemos consensuado en casa tiene unas consecuencias lógicas”.

López Iglesias contextualiza el comportamiento adolescente desde la neurociencia: “el cerebro del adolescente es un cerebro que se está renovando”. Explica que “la corteza prefrontal, que es la que controla las acciones ejecutivas como el control de impulsos, la capacidad de planificar, de gestionar correctamente las emociones… está como esas páginas web en las que entras cuesta y pone ‘no se puede usar porque está en construcción’”.

Esta comprensión neurocientífica justifica el acompañamiento pero no la sustitución: los adultos deben “acompañar con mucha más calma porque, al final, una de las cosas prioritarias que necesita el adolescente es que sus adultos de referencia le contagien esa serenidad que no encuentran en su interior”.

La psicopedagoga propone la “pedagogía del querer”, que “se basa mucho en nuestro ejemplo. Nuestros adolescentes normalmente no nos escuchan, pero nos observan a diario”. Este punto de vista combina “muestras de cariño, en la importancia que tienen nuestras palabras, la importancia que tiene en la adolescencia el respetar los silencios que ellos tanto necesitan” con el establecimiento de límites claros.

Las consecuencias. López Iglesias conecta la sobreprotección con el aumento de problemas de salud mental adolescente: “Los últimos datos del informe de la OMS dice que uno de cada siete adolescentes en el mundo sufre problemas de salud mental”. Entre las causas, señala específicamente “el haber crecido bajo el paraguas de la sobreprotección”.

La experta también identifica “la soledad no deseada” como consecuencia de la falta de habilidades sociales desarrolladas por la sobreprotección: ”¿Y dónde construye esa nueva identidad el adolescente? En el grupo de iguales. Ese rechazo, esa soledad no deseada, también puede provocar esos problemas de salud mental”.

JZ

leave a reply