Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar el
mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
Confieso que me llamaron la atención las palabras de la Maestra Delfina Gómez Álvarez, precandidata de Morena a la gobernatura del Estado de México. En su discurso con el que inició su precampaña, en la ciudad de Toluca, dijo que “pronto el PRI y sus aliados recibirán una gran lección de dignidad”. Fue un mensaje fuerte y a la vez novedoso, pues puso a la dignidad de las personas, en el centro de un discurso político, dentro de la coyuntura de un proceso electoral, muy importante y significativo, a nivel nacional, como lo es el que se llevará a cabo en junio próximo en tierras mexiquenses.
Hasta donde recuerdo, nadie había puesto los ojos en la idea de la dignidad de las personas, como eje rector de un discurso dirigido a militantes y simpatizantes de un partido político. No se había realizado antes porque es allí donde menos argumentos tienen los históricos partidos políticos, para presumir su existencia. Solo lo dejan a las espaldas de sus militantes, pendientes de que su líder les dicte la definición que corresponda a su momento y a sus intereses personales o de grupo.
Esas mismas palabras las repitió en el municipio de Nezahualcóyotl, al día siguiente; pero si observamos bien, ese mensaje cobra un significado especial, cuando se realiza desde un territorio en donde, por décadas, la clase política del momento acostumbró a que a cierta militancia partidista se les colocará en
la categoría de las cosas. Lo hicieron porque se dieron cuenta de que la militancia era sustituible en cualquier momento; incluso, como se puede hacer con cualquier cosa, se les podía colocar un precio y pasar a formar parte de la utilería electoral.
Es verdad que, en el Estado de México, hace falta mucho respeto a su gente, empezando por el respeto a su dignidad. Por eso, es que cobran sentido las palabras de la maestra Delfina, porque no valen los buenos deseos de querer defender a todo un pueblo, en contra de quien sabe que cosas, cuando ni siquiera se le da un mínimo valor a la dignidad de las personas. Esos atropellos solo han servido para despertar en la ciudadanía un sentimiento aún más vivo de su propio valor.
Una buena parte de las personas alrededor de los partidos, han experimentado la contradicción de aquella costumbre mexiquense que, con una de las manos del líder del momento, les concede, mediante una “palmadita” en la espalda, reconocimiento y respeto a su dignidad, tal cual premio político, para luego -inmediatamente- con la otra, quitarle el premio y solicitar la sustitución, para darles la indigna suerte de cualquier cosa canjeable.
Para los mexiquenses que han experimentado en carne propia la contradicción de ese actuar político, solo queda estar muy encima de esos indignos tratos. Siempre quedará a nuestro alcance, en cualquier circunstancia, por difícil que se presente, conducirnos con dignidad, la nuestra; la dignidad que sabemos que tenemos y nos permite resistir todo.
Al abrir este debate, la candidata de Morena también abre la posibilidad para que los demás aspirantes lo hagan suyo y nos
digan cómo van a defender -no al estado, eso no es serio- sino a la dignidad de las personas. Como van a proteger ese derecho y hacer a un lado ese indigno concepto que se otorga a las cosas que son sustituibles, como lo hacen con buena parte de su militancia partidista.
También este tipo de discursos que visualiza, oportunamente, la forma cómo algunos partidos políticos siguen con esas prácticas de medir a la dignidad de su militancia, de acuerdo con el sacrificio que hacen en favor y beneficio de unos cuantos.
Empezar un diálogo desde el concepto de la dignidad es otorgarle otro valor al ejercicio de la política, responde a reivindicar el respeto a las personas; a quienes, ejercen su derecho de involucrarse en las elecciones y quienes votan en ellas. Empezar desde un tratamiento distinto se me hace inadecuado, porque la dignidad lo es todo, sin respeto a la dignidad no hay nada, menos hallarán confianza.
Ahora, mis preguntas finales, sobre la dignidad y su militancia ¿Sabrán otorgarle su justo valor desde la perspectiva ética y moral? ¿Renunciarán al mercadeo electoral? ¿Quién está encargado de cotizar el valor de la voluntad ciudadana?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega
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