Mejor hablamos de fútbol. Además, es el deporte que más conocemos los mexicanos y el que más pasión provoca. Habiendo terminado el torneo supercorto de apertura de la Liga-Mx., con el resultado por todos conocido (goliza sobre al Toluca); ahora, reservemos fuerzas y emociones, para el campeonato mundial en Qatar, que inicia en escasamente en 19 días más.
Estarán de acuerdo conmigo, si les digo que el fútbol es el deporte que mejor articula nuestras emociones. Si alguna vez alguno de ustedes lo llego a practicar -mujeres y hombres- saben bien de los auténticos sentimientos que se desprenden al jugarlo; identidad, competitividad, unidad y desafío, son algunos de ellos.
Este fin de semana hice mi mejor esfuerzo para ver los dos últimos encuentros del Toluca vs. Pachuca, con los que se dio por terminado el torneo de apertura (que no entiendo por qué insisten en decir que es de apertura cuando es de fin de año, debería de ser de clausura o cierre) pero, bueno, es una más de sus contradicciones que se dan alrededor de ese deporte.
Lo que vi en la final de la liga Mx, es la repetición de muchas de las cosas que no están bien en el futbol profesional en México; que es, ese goteo de actitudes nada ejemplares que ya no sorprenden a
nadie. Pero son tantas y frecuentes que es imposible considerarlas como una simple casualidad.
Una de ellas, por ejemplo, son esas jugadas (seguramente ensayadas desde los entrenamientos) que tienen como único propósito hacer caer en equivocación al árbitro del encuentro para que penalicen acciones que nunca existieron, como dejarse caer al piso y lanzar gritos de dolor en un movimiento en el que nunca existió ni siquiera algún contacto directo con su rival.
Otra seria esa forma de tomar más espacios de la cancha sin haberlo disputado antes, por ejemplo, en un saque de banda, un tiro libre o uno indirecto o colocar el balón casi a fuera del semi círculo de un córner, etc. ¡Ha, pero hay que ganar más espacio sin jugarlo, ni ganarlo!, al fin de cuentas que los jueces de línea y el árbitro del encuentro lo permiten. Y nos podemos seguir más y más, existen demasiados ejemplos.
De resultar cada una de sus “trampas” el árbitro debería sacar tarjetas amarillas, expulsar a jugadores o sancionar con penaltis al equipo contrario. Eso no es deportivo, ni lo más ético que digamos; pero tampoco lo son, esos jugadores que se dicen atletas de alto rendimiento que se rinden al más mínimo roce con sus adversarios, mostrándose delicados y frágiles, en muchas ocasiones.
Allí está el punto de mi mayor decepción. Es probable que así sea en otras partes del mundo y con otros equipos de futbol profesional de mayor abolengo y reconocimiento mundial. Pero lo
que nos debe de importar son nuestros equipos y nuestros jugadores profesionales. Por ejemplo, la selección mexicana que nos va a representar en Qatar.
Me pregunto entonces, si el fútbol profesional se merece ese afecto que le brindamos a pesar de lo zafio y falso que en recurridas ocasiones se muestra; por cierto, haciendo un exacto paralelismo a lo que sucede con la política y con nuestros políticos.
Pero, siempre acabo dejando a un lado a esa pregunta tan severa del deporte que más me gusta. Aunque, lo haya visto con mis ojos, rompen el equilibrio ético una y otra vez los equipos y jugadores del Toluca, Pachuca, Chivas, América, de todos o la mayoría de ellos y no tengo explicación porque surgen esas actitudes y comportamientos inaceptables que rodean al futbol mexicano.
El juego limpio, que juran frente a dos niños, al inicio de cada encuentro y donde se comprometen a jugar bajo el compromiso de no incurrir en bajezas y trampas desmedidas, resulta ser demasiado artificial.
Sinceramente, he dejado de creer que realmente vivan esos valores éticos, dentro de la cancha, quienes los ensalzan. Están muy lejos algunos de ellos. Más bien creo que tratan de legitimarse en medio de buenos deseos, mientras que, lo que viven en su interior y en su realidad dentro de la cancha, es todo lo contrario.
Sin embargo, nuestro fútbol seguirá siendo un espacio social de convivencia colectiva. Sería bueno transformarlo, empezando por
los jugadores profesionales que nos deben, ejemplaridad y nobleza. Cumplir, simple y sencillamente, con ese juramento donde la trampa, la violencia, el insulto y la humillación queden desterrados, para que no sigan convirtiéndose en el foco de atención y aprendizaje de jóvenes y niños en el sentido de qué, eso se vale y es parte del juego, que es parte de la vida.
Mientras tanto, se materialice mi deseo o no, sí habría que desearle sinceramente a nuestra selección mexicana el mejor de los éxitos en el próximo mundial. México espera de la selección el mejor de los resultados. Estoy seguro de que estarán a la altura del reto internacional al que se encaminan.
Ahora, mis preguntas finales: sobre la selección mexicana ¿Llegaremos al quinto partido? ¿Jugará el Chicharito? ¿Qué milagro debe de suceder para cruzar la frontera de los cuartos de final?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
baf 17:33