Oficialmente el pasado lunes 20 de noviembre han comenzado los actos proselitistas de quienes pretender ocupar un cargo público a nivel federal, es decir: las cámaras de senadores y diputados y por supuesto la presidencia de la república. Esta es la razón del porque usted escuchara en radio y observara en redes, en televisión, bardas y espectaculares una gran cantidad de spots y propaganda que no irán dirigidos a usted, sino a los militantes o miembros de los partidos políticos de acuerdo con las bases normativas de los mismos (hay partidos que tienen definen candidatos mediante una elección abierta a la ciudadanía). Justamente en eso descansa la razón del concepto de precampaña.
Es en la misma palabra que descansa el entendimiento de este momento político. El prefijo pre refiere a un valor temporal anterior a algo, es decir antes de la campaña. Los participantes que se involucran en esta antesala electoral son llamados con el mismo prefijo de precandidatos, es decir: antes de serlo.
La precampaña en el valor ya definido, forma parte de un calendario electoral ( proceso electoral 23/24) que permite bajo reglas especificadas en la norma jurídica que los partidos políticos mediante su marco normativo interno tengan a bien definir o abanderar a quienes surgirán como candidatos a un puesto público. En palabras menos rebuscadas, la precampaña es aquello que hicieron los partidos políticos para ungir a Claudia y a Xóchitl entre agosto y septiembre de este año, pues hicieron un mecanismo que pusiera a competir de forma interna a quienes pretendían en ese momento ser los futuros candidatos presidenciales, burlando la ley y llamándolos coordinadores nacionales de sus respectivas nomenclaturas.
En una precampaña existe el financiamiento público, ese recurso que se asigna y se obliga a su transparencia en torno a actos proselitistas internos, básicamente es la oportunidad que tienen por primera vez los militantes de un partido de escuchar entre sus opciones políticas propuestas que enlacen el valor del partido con las necesidades
sociales, de ahí que la precampaña solo sea un proceso de elección interna de cada partido o coalición. Proceso que en cierta medida está respetando (sin los mismos alcances económicos evidentemente entre sus participantes) Movimiento Ciudadano.
En los términos más simples no deberían existir precandidaturas de candidatos únicos, puesto que aun ni si quiera lo son. En Michoacán la precampaña de Raúl Morón Orozco termino por ser la variable para no permitirle al partido postularlo como candidato a la gubernatura del Estado, lo mismo en Guerrero con Félix Salgado. Lamentablemente la ley electoral permite ser vacilada, lo permite de acuerdo con el mismo alcance de los consejeros del Instituto Nacional Electoral.
Una precampaña no es campaña, un precandidato no es candidato, pero en el mundo patas arriba que observó Eduardo Galeano, todos ellos son todo menos servidores públicos, menos verdaderos políticos.
CCC 14:50