Para contrarrestar las cifras de muerte por cáncer de pulmón en México, pacientes, oncólogos y organizaciones civiles coincidieron en que el gobierno mexicano debe impulsar el tamizaje y chequeo médico anual obligatorio y hacer campañas de sensibilización permanentes entre la población y el sector salud para prevenir, detectar y tratar a tiempo esta enfermedad que mata a 22 pacientes al día en el país.
Incluso, sugirieron que en las consultas de primer nivel de atención, si los médicos detectan algún síntoma de este tipo de cáncer –tos persistente, dolor en el pecho, dificultad para respirar, sibilancias o tos con sangre- deben enviar directo y de inmediato al paciente a hacerse estudios especializados para confirmarlo o descartarlo.
Con ello, dijeron, se ahorraría tiempo que ahora “se pierde” en consultas en el segundo nivel de atención y se podría evitar que el cáncer avance o haga metástasis en otra parte del cuerpo.
Datos del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) aseguran que alrededor de 70% de los pacientes de cáncer de pulmón son diagnosticados en un estadio IV, el más avanzado; solo 5% se detecta en etapa inicial.
Estas ideas fueron expuestas en el Conversatorio “Escucha lo que tus pulmones intentan gritarte”, organizado por la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer (AMLCC), a propósito del Día Mundial de Cáncer de Pulmón, que se conmenmora el 17 de noviembre.
Datos de la Secretaría de Salud federal (SSA) indican que esta enfermedad representa el cuarto lugar en muertes por cáncer y el segundo lugar en el caso de la población masculina en México.
Durante el 2020, se registraron siete mil 588 nuevos casos en el país, ubicándolo como la séptima neoplasia -multiplicación anormal de células en un tejido del organismo- de mayor incidencia. Se estima que al final del 2025 habrá ocho mil fallecimientos por esta causa.
Los principales factores de riesgo son: consumo de tabaco y exposición al humo de tabaco ajeno. Sin embargo, hay otras causas vinculadas con factores ambientales y ocupacionales: exposición al humo de leña, al radón (gas radioactivo) y al asbesto; y el grado de contaminación en las ciudades.
Karla Lizbeth Ramírez tenía 35 años cuando acudió a una consulta por una tos intermitente, cansancio y dolor en la columna. Consultó a varios médicos, entre ellos, uno que solo le recetó jarabe para la tos y no le pidió estudios. A los tres meses sintió un dolor tan fuerte en la columna que la inmovilizó.
Asustada, fue de emergencia al hospital y no tardaron mucho en diagnosticarla: “cáncer de pulmón con metástasis en columna”. Al escuchar al doctor, quien tuvo “poco tacto” para darle noticia, sintió un “shock, ¡como una bomba!”. Se preguntaba ¿por qué a ella?, si nunca había fumado.
Con ayuda de familia y amigos se sometió al tratamiento necesario y con acompañamiento psicológico de la organización civil “Respirando con valor”. Tres años después, reflexiona:
“La noticia es aterradora, viene con miedo, frustraciones y muchísima incertidumbre. Al paso del tratamiento, entendí dónde estaba parada y lo vi como un regalo: el ver con una perspectiva diferente a la vida, el aprender, de verdad, a vivir el momento, a valorar el día a día, a saborear lo que como. Ya no me siento como ese relojito de arena. Hoy tengo ganas de estar, de vivir, de hacer muchas cosas más. No por el diagnóstico nuestros proyectos se caen”.
Diana Bonilla Molina, oncóloga médica con alta especialidad en Cáncer de Pulmón y Tumores Torácicos del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), fue clara: “Los doctores deberíamos empezar por descartar lo peor, un cáncer, por ejemplo. Pero en la escuela nos enseñan a ir de lo más común a lo menos común”. Un tamizaje desde el inicio puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, aseguró.
Comentó que la mayoría de los pacientes que llegan al INER para recibir atención, se hicieron estudios y consultas en el sector privado para acortar los tiempos de diagnóstico, pues en el sector salud no hallaron respuestas alentadoras.
La especialista defendió el derecho del paciente a preguntar todo sobre su enfermedad y exigir el tratamiento adecuado. “Los médicos tenemos la responsabilidad de responder todas las dudas de los pacientes. No hay preguntas tontas”, subrayó. También destacó que, entre más específico y detallado sea el diagnóstico, se puede elaborar un mejor tratamiento para cada paciente” y así, ampliar la posibilidad de tener mejores resultados.
Bonilla Molina criticó que en las universidades no se le enseña a los futuros médicos a manejar las malas noticias para los pacientes. Peor aún, dijo, rara vez en los planes de estudio hay materias sobre Oncología. “Hay una total despersonalización del paciente. Nos debemos sensibilizar como médicos”, dijo.
Además, enfatizó en la necesidad de cuidar el estado nutricional del paciente para recibir el tratamiento de quimioterapias o radiaciones. “Se debe estar en estado óptimo, no se puede descuidar el órgano afectado ni los otros padecimientos que tenga el paciente”. Incluso, comentó que el cuidador primario del paciente también debe recibir atención a su salud.
Salud nutricional y mental
La nutrióloga Ivette Sandoval aseguró que entre 45% y 69% de las personas que son diagnosticadas con cáncer tienen cierto grado de desnutrición. “Pierden masa muscular, tienen menos energía, menos peso y alto grado de deshidratación. En ellos es urgente ayudarle a fortalecer su sistema inmunológico para evitar que puedan tener infecciones”, recomendó.
Margarita Gilardi, psicooncóloga, recordó que existen protocolos en psicología que médicos y enfermeras deberían aprender para cuando dan noticias de diagnósticos positivos. Por ejemplo, que el paciente debe estar acompañado de un familiar en el momento de la noticia; también se debe elaborar una bitácora con todos las acciones y cambios del paciente.
Recibir una noticia de este tipo, explicó, es “enfrentarse a un duelo, por eso se necesita acompañamiento”. Insistió en que atender la salud mental del paciente es fundamental para cambiar la forma en que enfrenta la enfermedad. “Es como tener un faro de luz… Con la noticia de tener cáncer hay un proceso químico emocional que se debe atender a la par del tratamiento físico”, dijo.
Urge educación en salud desde niños
Alma Ortiz Pellón, subdirectora de la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer (AMLCC), consideró que la Secretaría de Educación Pública (SEP) debería enseñar desde la educación primaria cuáles son las principales enfermedades que padecen los mexicanos y cómo prevenirlas: las cardiovasculares, la diabetes y la hipertensión arterial, y el cáncer.
También consideró que los médicos de primer nivel deberían enfocarse a “destarcar esas tres enfermedades y ya después ir a lo sencillo, deben saber hacer la diferencia y saber a qué especialista mandar a los pacientes con base en los síntomas que presenten”. Y si son de estas enfermedades, que el pase a los especialistas sea sin demora.
Ortiz Pellón urgió a que la Secretaría de Salud federal (SSA) haga campañas permanentes para informar a la población sobre los riesgos de estas enfermedades y no solo hablar de ellas cuando se conmemoran a nivel nacional o mundial.
Especial énfasis puso en la necesidad de implementar políticas públicas para llegar con información sobre el cáncer a comunidades rurales y a médicos tradicionales; así como implementar los chequeos médicos anuales obligatorios para quienes tengan factores de riesgo.
GD
