-DIP. HUMBERTO AMBRIZ- Hoy, 9 de julio de 2025, conmemoramos el segundo aniversario luctuoso de Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, un político de convicciones firmes, múltiple servidor público y tal vez el más notable exponente de la socialdemocracia mexicana.
Nació el 23 de julio de 1933 en la Ciudad de México y falleció el 9 de julio de 2023, dejando tras de sí una trayectoria de más de seis décadas al servicio de la transformación democrática del país.
Muñoz Ledo fue uno de los fundadores originales del PRD en 1989, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, impulsando una corriente que exigía reglas claras internas, justicia social y un retorno a los principios nacionalistas y socialdemócratas.
Tras décadas de lucha, dentro de varios partidos, llegó a Morena, confiado en que esa nueva fuerza política encarnaría la tan anhelada cuarta transformación como un proyecto de izquierda progresista, democrática y redistributiva.
Pero esa promesa no tardó en esfumarse, en sus últimos años, Muñoz Ledo se transformó en una voz crítica abierta contra las prácticas autoritarias y clientelares que fueron permeando en Morena tras el 2018.
En tribuna llegó a llamar hipócritas y lambiscones a sus compañeros de bancada, que simplemente votaban órdenes desde arriba, sin debate democrático, consciente de que la socialdemocracia exige autonomía e ideas propias.
Señaló que el problema no era la cuarta transformación, sino el monopolio de poder al interior del partido. Porfirio denunció el uso caciquil del partido para imponer reformas como la militarización de la seguridad pública, pero también cuestionó el giro conservador en lo energético, frenando las energías limpias, pese a la crisis climática.
Incluso llamó anticonstitucional la postergación de poderes institucionales y la concentración excesiva de decisiones en el Ejecutivo. Su conclusión fue cristalina y dolorosa. Morena había traicionado el ideal socialdemócrata de una movilización colectiva y democrática.
En su avanzada edad, siguió proponiendo una dirección interna que privilegiara la participación, las minorías, los derechos y los contrapesos institucionales. Justo aquello que él había defendido toda su vida.
Hoy celebramos su legado y debemos reconocer que el desengaño de Muñoz Ledo no fue con la falsa transformación, sino con la forma en la que se estaba ejecutando.
Morena, que él cofundó, hoy está en deuda con su memoria. Si vivimos en democracia, necesitamos partidos abiertos, diversos y gobiernos que asuman críticas internas.
WA