La bandera de México en los Ángeles, California

Alfonso Villegas García

Siempre nos llama la atención la subversión de las clases populares. Nos sacude la adrenalina primero y después nos da por pensar si hay razón de los manifestantes o debe ganar la fuerza pública.

Pero no ha pasado lo mismo cuando vemos a la bandera nacional en medio de humos y quemas de autos -patrullas, sobre todo- y muchos como nosotros con el grito de “Viva México cabrones”, allá en los Ángeles. Me parece que muchos de nosotros estaremos de acuerdo en la resistencia civil que se está generando en contra de la actitud bélica y sobrada de las autoridades, y más de la unidad responsable del control de la migración de aquel país.

Todo eso nos llevó a pensar en los sentimientos patrióticos, incluso provocó en las redes sociales recordarnos que esa parte de la geografía de Estados Unidos le pertenecía a México y que, “injustamente”, fue vendida. Tanto es el arraigo connacional que hasta California está en español y no se diga de Los Ángeles.

Donald Trump no ha dejado de obviar su álgida pugna contra la migración ilegal -no obstante que su abuelo emigró deAlemania-, tanto por intereses de un nacionalismo radical, como por sostener que los actos delictivos son ocasionados por los migrantes ilegales, a pesar de que en realidad la mayoría de ellos cumplen tareas emergentes y necesarias que difícilmente harían los oriundos. Con lo que se ha comentado, me interesan tres reflexiones:

• ¿El movimiento de masas fue provocado o realmente el trabajador ilegal dejó de esconderse ante las redadas o dejó de trabajar para ir a alterar el orden?

• El otro punto, ¿por qué en Los Ángeles se hace la redada en centros de reunión como empresas manufactureras o tiendas de servicio? Justo donde hay más presencia de connacionales; de chicanos; de latinos; de manifestaciones sociales no toleradas por el actual gobierno de Trump, como la comunidad LGTBIQ+, o de alta población consumidora de estupefacientes.

 • Por último, también es de llamar la atención que, justo ante el desorden, salga a relucir la llamada a la movilización de nuestra presidenta, Claudia Sheinbaum, como fue acusada por Kristi Noem, Secretaria del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, incluso con adjetivos denostables, calificando de haber promovido la manifestación violenta. Que, por cierto, para Trump no fue una manifestación de verdaderos americanos.

Sobre el primer punto, todos los que hemos estado atentos de los sucesos en el estado de California nos dimos cuenta de que fue creciendo, y con mayor protagonismo de personas violentas que generaron la presencia de actos militarizados antimotines. La violencia vista no opacó la manifestación pacífica de muchas, pero muchas más personas. Quizá como lo hizo la población chicana con el liderazgo de César Chávez, desde los 70´s hasta los 90´s, dado que hoy sigue vigente el recelo por la discriminación histórica, incluyendo a los trabajadores ilegales.

La marginación histórica; la descalificación sectaria; y la discriminación racial salió a flote de nueva cuenta. Hoy, acompañada de una violencia pública tajante y desmedida, muy al margen de los derechos humanos. El otro punto es el por qué en Los Ángeles, una ciudad distinguida por ser un espacio social con mucho menos tolerancia a las políticas antiinmigrantes y racistas de Trump. Y la respuesta podría ser esa, es el mejor lugar para provocar una respuesta radical.

Solo que se les pasó la mano, se desbordó la presencia de la masa social y disidente. Fue tal la intencionalidad de provocar actitudes contestatarias, por parte del gobierno federal, que se le olvidó cuidar las formas, tal como haber consultado con los gobiernos locales la presencia de fuerzas armadas en el estado y ciudad, respectivamente, como dicen los cánones y las leyes, por cierto.

Pero en verdad ¿se requería tanta plantilla armada y tantos recursos federales para la cantidad de personas detenidas? Lo más lógico hasta ahora es que pesa una razón política y esta puede ser distraer la atención nacional e internacional por el conflicto entre Donald Trump y Elon Musk en donde incluso, se presentaron imágenes del presidente con su amigo Jeffrey Epstein, que estuvo en prisión por pederasta. Por último, pero no menos importante, es la calificación a nuestra presidenta de provocadora de estos movimientos violentos.

Acusación por parte de la Secretaría de Seguridad, en presencia del propio presidente de los Estados Unidos. Acusación que a los mexicanos nos deja un sabor de boca poco afable, pero también poco creíble. Poco creíble, porque entonces esa aseveración significaría que México tiene la capacidad de mover masas en un país mundialmente poderoso. Poco creíble, porque no fue así el llamado a la movilización que le conocemos a la presidenta. Primero por el contexto.

Ese llamado fue en un contexto distinto a los sucesos del fin de semana. Después, porque sí dijo públicamente que no estaba de acuerdo con las manifestaciones violentas y más porque hubo provocación.

Si sumamos a los conflictos por la migración, el tema de los aranceles, la amenaza intervencionista por culpa del crimen organizado y la desorganización política de muchos gobiernos para desmantelarla y la amenaza constante del presidente Trump de poner en tela de juicio el Tratado de Libre Comercio, podríamos recordar esta frase: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, ¿quién dijo eso? ¿y cuándo?

baf

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