Sergio Pérez sólo conoce el Gran Premio de México desde la soledad vertiginosa en la cápsula de un monoplaza de Fórmula 1. Esta vez todo será diferente, y por tanto muy extraño. En 2011 debutó en la máxima categoría del automovilismo y desde 2015, año en el que regresó el serial al Autódromo Hermanos Rodríguez, estuvo sobre la pista.
“Es raro, este será el primer año que no corro”, dice Checo Pérez en una serie de actividades publicitarias, porque si bien no estará sobre la pista, su influjo persiste en el imaginario de los aficionados mexicanos y, por tanto, en los intereses de una abundante cartera de marcas comerciales.
No correrá este fin de semana, pero aun así cumple con diversos compromisos. Asiste al partido amistoso de futbol junto con figuras del deporte en activo o retiradas, los medios de comunicación, tradicionales o emergentes, hacen fila para arrebatarle algunas palabras. El Gran Premio de México, incluso cuando algunos organizadores quieren convencer de lo contrario, parece inimaginable sin la presencia del piloto tapatío. El público se expandió al mismo ritmo con el que se consolidaba el tapatío en la F1.
“Esta vez me tocará verlo como espectador y no compitiendo, lo seguiré por televisión, porque estaré en Guadalajara”, sostiene Checo, quien, a menos que esté reservando una sorpresa, no quiere mirar una carrera en su país desde la melancólica distancia de un invitado VIP.
“Creo que lo que más voy a extrañar será el manejo sobre la pista y, sobre todo, a mi público, porque después de toda la gira mundial ellos me hacían sentir que estaba de vuelta en casa”, afirma mientras trata de imaginar cómo será un fin de semana en el Hermanos Rodríguez sin la adrenalina.
Hace unos meses, cuando fue presentado como el nuevo piloto de la naciente escudería Cadillac, donde hará mancuerna con el veterano Valtteri Bottas, señaló que después de tantos años bajo presión permanente en el campeonato, le venía bien un receso. Pero Checo es un animal de pista y admitió que pronto empezó a soñar que estaba de nuevo al mando de un monoplaza sobre el circuito de competencia.
De momento las ansias por volver las mitiga con el trabajo meticuloso para recuperar su mejor forma. La parte física, precisa, y horas en el simulador para mantener el cuerpo templado cuando le toque volver a subir al coche de Cadillac.
La historia reciente de Checo ha sido como un melodrama deportivo. Si en la temporada 2023 terminó como subcampeón con Red Bull, el siguiente año se tornó en una verdadera pesadilla, como el propio Checo la describió, con recurrentes problemas con el coche, conflictos con los responsables de las decisiones en el equipo, declaraciones ofensivas contra su desempeño, malentendidos y franco maltrato, decían algunos, lo cierto que todo eso sembró un terreno hostil que derivó con el fin de su acuerdo laboral. Por eso, sus palabras hoy parecen como mensajes en el mar.
GD
