Las fuertes lluvias de la semana pasada en esta ciudad provocaron inundaciones, deslaves y derrumbes que dejaron colonias inhóspitas, en especial las populares, donde los damnificados demandan a las autoridades que los ayuden a conseguir nuevos sitios para vivir.
Muchas de las casas afectadas, algunas totalmente destruidas, son construcciones irregulares, muy precarias o asentadas en zonas de riesgo, como laderas que se reblandecieron por las aguas. Tras las anegaciones y al menos por los siguientes meses, dichas partes ya no serán habitables.
La colonia Nuevo Monterrey, en Huauchinango, es un ejemplo de ello. Aquí, las precipitaciones afectaron la estabilidad de una loma en la cual están construidas decenas de casas y negocios. En la parte más frágil del predio, la tierra se desgajó desde la parte más alta y arrastró consigo al menos ocho viviendas, que quedaron desechas.
Luego de días de búsqueda con perros especializados en el rastreo de personas, se localizaron cuatro sobrevivientes heridos y se recuperaron seis cuerpos sin vida, de acuerdo con personal de la Secretaría de Infraestructura del gobierno estatal.
Una joven que pidió identificarla sólo como Belén perdió a sus padres y a uno de sus hermanos en el siniestro, y aunque todavía tiene muy fresco el dolor de su pérdida, no deja de pensar dónde habitará las próximas semanas o meses.
“No sabemos qué va a pasar, pero ahorita lo que necesitamos es que nos apoyen a tener dónde vivir, porque ya se perdió todo y necesitamos ese apoyo. Aquí ya no puedo vivir, porque ya nos desalojaron”, dice la mujer mientras señala el terreno afectado, donde todavía puede verse una casa en pie, que probablemente será demolida, por el nivel de los daños a su alrededor.
Por el momento, dijo, le han prestado un sitio para quedarse, pero tampoco podrá permanecer mucho tiempo ahí, porque “hay gente que se aprovecha y empieza a cobrar mucho”. Las opciones no son muchas y el costo no es accesible.
Imposible, volver a construir
En el predio, Sixto Palacios Mon-tes se encuentra haciendo labores de limpieza y transporte de los últimos escombros de la casa donde habitó su consuegra, Delia Monterde Ramírez, quien junto con su hermana logró sobrevivir al deslizamiento de tierra con algunas heridas menores.
El hombre coincidió con el diagnóstico de su vecina: “hace falta atender la vivienda, porque lo primero que van a hacer es reubicar a las personas. Ya se les censó y ahorita todos piden que se les dé la vivienda, porque aquí ya no se va a volver a construir”.
Los damnificados que se encuentran en albergues, aseguró, no se sienten cómodos, porque aunque están seguros, “no pueden hacer igual sus alimentos” y no desean prolongar su estancia más de lo necesario.
Los desastres naturales, señaló el ingeniero y agricultor Michael Pazarón Salgado –quien se vio perjudicado por las lluvias en el municipio de Álamo, Veracruz–, también generan una serie de afectaciones a mediano y largo plazo en el sector inmobiliario de las ciudades o pueblos que azotan.
Muchas viviendas quedarán húmedas o con daños estructurales, y eso generará que sus habitantes –especialmente quienes rentan– se vayan en busca de áreas más seguras, lo que dejará colonias con índices menores de ocupación. Lo anterior, a su vez, afectará al comercio y otras actividades.
Para recuperar algo, indicó el productor, los propietarios se ven obligados a rentar o vender sus casas, e incluso sus vehículos, muy por debajo de su precio real.
JZ