Gobernar desde lo local: política con los pies en la tierra

Hay una verdad que, por incómoda, preferimos rodear con eufemismos: en amplias zonas del país —y en no pocos rincones de nuestras ciudades— el Estado ya no garantiza lo básico. No está. O si está, llega tarde, llega mal o llega bajo sospecha.

El término “Estado fallido” suena extremo, pero para muchos mexicanos no es una hipótesis académica. Es una vivencia diaria: cuando la ambulancia no llega, cuando el juez cívico no existe, cuando el aula está vacía, cuando el agua no sale, cuando el policía se convierte en actor del conflicto y no en su solución. O peor aún, cuando el poder público pacta su retiro silencioso y cede el control a poderes fácticos, a la ilegalidad organizada o a la informalidad tolerada.

En un país donde hoy todo parece definirse desde el centro, hablar de “lo local” suena, para muchos, a resignación: lo pequeño, lo periférico, lo que administra pero no transforma. Sin embargo, la realidad política de México —más aún en estos tiempos— obliga a voltear hacia el municipio, no como espectador, sino como protagonista silencioso del Estado.

Porque mientras el discurso nacional se polariza entre grandes ideologías, megaobras y reformas constitucionales, es en el municipio donde se juega la vida cotidiana: donde la calle está rota o no, donde el camión pasa o no, donde se vive con miedo o en confianza. Gobernar desde lo local, entonces, no es gobernar menos, sino gobernar más cerca.

Lejos de ser lo más simple, lo local es, quizá, lo más exigente. Porque ahí no hay excusas ni terceros responsables. El alcalde no puede culpar a la Suprema Corte. El director de policía no puede escudarse en el Senado. El regidor no puede lavarse las manos con un “ya se lo pasamos a la federación”.

Gobernar desde lo local exige liderazgos honestos, equipos técnicos sólidos y vocación de servicio, pero también una visión de ciudad como comunidad política, que reconozca a los ciudadanos como protagonistas corresponsables. Ciudadanos que no solo participan, sino que cogobiernan; que no solo exigen, sino que también deciden, diseñan, ejecutan y evalúan.

México necesita menos demagogia centralista y más gobernanza local efectiva. Más ciudadanía organizada y apasionada, y menos burocracia dispersa. Más proyectos con identidad territorial y menos fórmulas genéricas.

Gobernar desde lo local hoy significa dejar de esperar el cambio desde arriba y empezar a construir desde abajo. No como un acto de resistencia, sino como un modelo de país. Porque quizá el futuro de México —ese que tanto se disputa en el centro— nace, madura y se defiende desde lo municipal.

Ahí donde la política toca el suelo.

Alejandro González Cussi

WA

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