Un enorme volcán submarino situado a más de mil metros bajo el nivel del mar frente a la costa de Oregon está mostrando señales claras de una posible erupción, según informaron expertos de la Universidad de Washington. Se trata del Axial Seamount, un volcán de un kilómetro de ancho que se encuentra sobre una zona geológica activa, donde chorros de magma ascienden desde el manto terrestre hacia la corteza.
El Axial Seamount se ubica en el Dorsal Juan de Fuca, una región donde las placas tectónicas del Pacífico y Juan de Fuca se separan de manera constante. Este proceso de divergencia genera acumulaciones progresivas de presión bajo la superficie terrestre. En los últimos días, los sensores del Ocean Observatories Initiative Regional Cabled Array, una instalación operada por la Universidad de Washington y financiada por la National Science Foundation, han registrado un aumento notable en la frecuencia de los sismos. Esta actividad sísmica sugiere que una erupción podría ser inminente.
“En este momento hay un par de cientos de terremotos al día, pero eso sigue siendo menos de lo que vimos antes de la erupción anterior”, explicó William Wilcock, geofísico marino y profesor en la Escuela de Oceanografía de la Universidad de Washington. “Yo diría que va a hacer erupción más adelante este año o a principios de 2026, pero podría ser mañana, porque es completamente impredecible”, agregó el científico.
Durante la erupción más reciente del Axial Seamount, registrada en abril de 2015, los investigadores observaron cerca de 10.000 pequeños terremotos en un solo día. Según Wilcock, en esa ocasión, el magma fluyó desde el interior del volcán durante un mes y recorrió aproximadamente 40 kilómetros sobre el lecho marino.
El corazón del Axial Seamount contiene una cámara magmática que ha colapsado repetidamente, formando una amplia caldera en el fondo oceánico. En esa zona, pese a las condiciones extremas, existe un ecosistema dinámico que depende de las ventilas hidrotermales, aberturas que liberan fluidos calientes ricos en minerales. Por estas grietas emergen columnas de agua caliente con miles de millones de microbios y desechos orgánicos, conocidas como “snowblowers” por su aspecto similar al de sopladores de nieve.
Durante erupciones anteriores, estos entornos biológicos han sido dañados por los flujos de lava. Sin embargo, el ecosistema se ha recuperado con rapidez. “Creo que es uno de los descubrimientos más grandes que hemos hecho”, dijo Debbie Kelley, directora del Regional Cabled Array y profesora de geología marina y geofísica en la Universidad de Washington. “La vida prospera en estos ambientes inhóspitos, y los volcanes probablemente son una de las principales fuentes de vida en nuestros océanos”, añadió.
Aunque peces, pulpos y ballenas podrían percibir el calor y las vibraciones sísmicas, es poco probable que sufran daños directos, según explicó Kelley. En tierra firme, la población probablemente no notará nada. “No es un evento muy explosivo. No verás nubes de ceniza sobre el agua ni nada parecido”, afirmó la experta. “Es como si pusieras una milla de agua sobre el Kilauea, podrías ver algo de burbujeo, pero eso es todo”.
La profundidad y la composición del magma contribuyen a esta relativa suavidad eruptiva. “El magma está bastante cerca de la superficie, a alrededor de 1,6 kilómetros de profundidad, lo cual es muy poco en comparación con otros volcanes terrestres donde puede estar a 13 kilómetros bajo tierra”, explicó Kelley. La viscosidad del magma, más fluida que densa, también reduce la presión acumulada en la cámara magmática, haciendo menos probable una explosión violenta.
baf