Cuando contemplamos los rayos, compartimos una percepción universal: esas descargas de millones de voltios que descienden desde el cielo representan el poder indomable y la furia de la naturaleza. Y no solo constituyen una amenaza para los humanos; en los bosques, los rayos actúan como agentes de destrucción, fulminando árboles centenarios y alterando el delicado equilibrio de los ecosistemas.
Sin embargo, en un sorprendente giro evolutivo, una singular especie arbórea de los trópicos ha logrado desafiar esta concepción, no solo sobreviviendo a estos impactos eléctricos, sino aparentemente beneficiándose de ellos.
El protagonista de este fenómeno es el Choibá (Dipteryx oleifera), también conocido como almendro o haba tonka. Este majestuoso árbol de las selvas panameñas que también prospera en el bosque húmedo tropical desde Nicaragua hasta el norte de Colombia por debajo de los 1000 m de altitud, parece haber desarrollado mecanismos para beneficiarse de los rayos a través de su evolución.
Lo más asombroso es que este imponente coloso, que puede alcanzar los 40 metros de altura, no solo resiste los impactos eléctricos con mínimos daños a su estructura, sino que ha convertido esta amenaza en una estrategia ecológica, utilizando la energía de los rayos para eliminar competidores y organismos parásitos que amenazarían su supervivencia.
“Ver que hay árboles que han sido alcanzados por un rayo y están bien fue alucinante”, explica Evan Gora, ecólogo forestal del Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas y autor principal del estudio publicado en la revista New Phytologist. Lo que comenzó como una observación casual hace una década, según explican los investigadores, se ha convertido en un descubrimiento revolucionario sobre la adaptación de las especies.
Los investigadores estudiaron 93 árboles alcanzados por rayos en el Monumento Natural de Barro Colorado, en Panamá, utilizando un sofisticado sistema de detección. Los resultados fueron contundentes: mientras que el 64 % de los árboles de otras especies murieron en los dos años posteriores al impacto, los nueve ejemplares de Dipteryx oleifera monitoreados sobrevivieron con daños mínimos.
Pero la verdadera sorpresa fue descubrir cómo estos árboles transforman el peligro en beneficio. Cada vez que un Choibá es alcanzado por un rayo, elimina en promedio 9,2 árboles competidores cercanos y reduce en un 78 % las lianas o enredaderas parásitas que infestan su copa. Esta “limpieza eléctrica” les proporciona más acceso a la luz y los nutrientes.
La ventaja es tan significativa que, según los cálculos de los científicos, ser alcanzado por un rayo multiplica por 14 la capacidad de estos árboles para producir descendencia. De hecho, el equipo descubrió que los árboles que viven cerca de un Choibá tienen un 48 % más de probabilidades de morir que otros árboles del bosque, presumiblemente debido a los rayos.
baf