Enrique Álvarez
Las diferentes épocas van dejando rastros de cambio en nuestra historia. El inicio del Siglo XXI concretó una lucha que venía librándose desde muchos años antes: La equidad de géneros.
Y el trabajo por lograr esta equidad, si bien se manifestó principalmente en los derechos, se notó en múltiples áreas como el laboral y el escolar. Y el deporte no fue la excepción.
En México, el Siglo XX fue de esplendor para muchos deportistas. Hugo Sánchez, Fernando Valenzuela y Julio Cesar Chávez se posicionaron como la santísima trinidad del deporte azteca. Tuvimos medallas olímpicas con Joaquín Capilla, Raúl González, Ernesto Canto, Carlos Mercenario o Fernando Platas. El deporte femenil tenía grandes talentos, pero no terminaba de detonar.
Con el cambio de siglo y la tendencia de igualar oportunidades llegó el resplandor femenino. Se abrió la puerta a mejores oportunidades y presupuestos y las mujeres tomaron el liderazgo.
Ana Gabriela Guevara eclipsó al mundo en la prueba de 400 metros planos. Fue campeona mundial y medallista olímpica. Lorena Ochoa y Paola Longoria se proclamaron como las número uno del mundo en Golf y Raquetbol respectivamente. María del Rosario Espinoza ganó 3 medallas en diferentes ediciones de los juegos olímpicos en Tae Kwan Do y Soraya Jiménez obtuvo el primer oro para una mujer mexicana en Juegos Olímpicos.
No todo es glamour y títulos mundiales. En competencias amateur vemos a talentosas mujeres compitiendo en maratones, natación, box y pádel; la liga femenil de futbol se ha consolidado y las academias de yoga, pilates y barré, donde preponderantemente acuden mujeres, han marcado una tendencia de mercado.
Abran paso a la mujer mexicana, porque en el tema deportivo, viene pisando más fuerte que el género masculino.