Abelardo Pérez Estrada
A menos de un mes de tomar posesión, Donald Trump ha generado tanta incertidumbre a nivel mundial, que pone en juego la credibilidad de Estados Unidos con la comunidad internacional.
Hace unos días, mencionó que impondrá aranceles al acero y aluminio de las importaciones de todo el mundo, donde al menos en las amenazas, deja ver violaciones a diferentes acuerdos comerciales, incluido el TMEC.
Es el mismo Donald Trump, que en 2018 firmó el TMEC y en 2019 decidió excluir a Canadá, México de los aranceles y que hace unos días se comprometió a no poner aranceles, por lo menos el mes de febrero a México y Canadá, obteniendo en la primera negociación, ya beneficios para la seguridad de su país.
Cómo le he venido diciendo, difícilmente aplicarán estos aranceles a México y menos en el acero, ya que nosotros le compramos más acero a Estados Unidos del que le vendemos, lo cual, al responder de la misma manera, generaría una presión económica a los estadounidenses.
El acero y el aluminio que importa la Unión Americana, entre otras cosas, se utiliza para automóviles, para la industria aeroespacial, para la industria bélica, para la línea blanca y electrodomésticos, entre otros, con lo cual, de poner aranceles, estos se convertirían en un impuesto al consumo, que acabaría generando inflación en el vecino del norte.
No me queda duda de qué es otro amago del presidente norteamericano, que en su ideología para presionar a China y hacer “América Grande Otra Vez”, cada día hace más pequeña su credibilidad y tiene a sus gobernados, cerca de un problema económico.
México, debe seguir manteniendo cabeza fría y no responder cada arranque de este provocador y como lo he mencionado, continuar en al menos tres ejes de trabajo; el primero, las mesas de negociación con Estados Unidos, para buscar que estas presiones y dependencia comercial que tenemos, nos salga lo más barato posible; segundo, acelerar el Plan México y cerrar filas con el sector empresarial con una estrategia para hacer crecer a las MiPyMes, además de fortalecer la industria nacional y producir de manera interna nuestro consumo, para bajar un poco la dependencia de Estados Unidos; y tercero, explorar con celeridad los tratados comerciales que tenemos con otros países y regiones para dejar de mantener el 80% de nuestras exportaciones en la canasta norteamericana.
Dependiendo la celeridad con la que apliquemos estas tres estrategias, Estados Unidos irá disminuyendo la fuerza que tiene sobre nuestro país en materia comercial y económica, buscando sentarnos a negociar con menos desventaja.
POSDATA:
Tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe, así la credibilidad,
en este juego de “Pedro Trump y el Lobo”
¡Es tiempo de los ciudadanos! …. de cabeza fría.