Juan Carlos Vega Solórzano
La voraz expansión de fraccionamientos representa una amenaza viva y latente para el medio ambiente y el ecosistema en los bosques del sur de Morelia, que son fundamentales para el abastecimiento hidrológico y de servicios ambientales para esta ciudad capital.
Producto de un natural crecimiento demográfico, más personas eligen el sur de Morelia para vivir, lo que compromete la capacidad de las autoridades ambientales de los tres niveles de gobierno para asegurar un sano balance entre el aprovechamiento de los recursos naturales y su sustentabilidad en el tiempo para el mantenimiento de los mismos y evitar la pérdida de masa forestal, de fauna y de fuentes hídricas.
Las tenencias y comunidades como Jesús del Monte, Río Bello, San José de las Torres, El Laurelito, San Miguel del Monte y Tumbisca, resguardan en sus bosques de pino y encino principalmente, la llave de la producción de más de un tercio del vital líquido con que se abastece la ciudad, como parte del complejo sistema geohidrológico de la cuenca del Río Chiquito, área de vital trascendencia para la provisión de bienes y servicios ambientales para Morelia.
Esfuerzos como el decreto del 19 de agosto de 1993 de la “Loma de Santa María y Depresiones Aledañas” como área natural protegida, con categoría de “Zona Sujeta a Preservación Ecológica” y el subsecuente decreto del 31 de diciembre de 2009 como “Zona de Restauración y Protección Ambiental”, reflejaron en aquel entonces el compromiso de la autoridad estatal con esta zona, sin embargo, desde entonces la expansión demográfica han provocado una serie de fenómenos como la erosión del suelo, pérdida de cubierta forestal, disminución de fauna nativa, entre otros.
Cuerpos normativos como la Ley para la Conservación y la Sustentabilidad, así como la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, que declara de utilidad pública la conservación, protección, restauración de los ecosistemas forestales y de sus elementos así como de las cuencas hidrológicas-forestales, han tratado de disuadir la expansión desmedida con regulaciones que hoy por hoy son insuficientes para contener el grave deterioro ambiental de esta cuenca geohidrológica fundamental para Morelia.
Colectivos ciudadanos han denunciado con potente voz la complicidad de la autoridad ambiental estatal para aplicar la ley, de hecho, la línea de defensa ciudadana ha sido la principal contención a la voraz ambición que amenaza los bosques morelianos.
Es momento de la ciudadanía organizada consciente y sensible, representada por colectivos ambientales, por ciclistas de montaña, excursionistas y todas aquellas personas preocupadas por la sostenibilidad de los ecosistemas. Es momento de estar alertas y denunciar, de señalar a la autoridad pero también de señalar a los presuntos infractores que en afán de desarrollar vivienda, centros comerciales y urbanización, no cuentan con un plan integran ambiental traducido en una manifestación de impacto ambiental adecuada, y si cuentan con ella, no cumplen con los términos y condicionantes de la misma, y si cumplen con ellos, siempre está la amenaza latente de una autoridad corrupta y complaciente que pasa por alto aquellas medidas que representan e imponen un equilibrio entre el inherente aprovechamiento de los recursos naturales y la sostenibilidad de nuestros bosques morelianos.
baf