Ante la crisis de violencia, la presidenta está optando por una estrategia de negación de los problemas como lo hizo sistemáticamente López Obrador.
Armando Vargas (@BaVargash) | Programa de Seguridad Pública
Ante la crisis de violencia, la presidenta Claudia Sheinbaum está optando por una estrategia de negación de los problemas como lo hizo sistemáticamente su antecesor, López Obrador. En el reporte de incidencia delictiva del pasado martes, Sheinbaum presumió la reducción del homicidio doloso a nivel nacional como un éxito de la política de seguridad. Empero, dicho indicador no dice nada sobre el tamaño real del problema y mucho menos sobre la violencia desbordada que existe en ciertas entidades. No sólo eso, también invisibiliza aquellos casos en donde se observa reducción de la violencia y que podrían ofrecer lecciones valiosas para detonar procesos de pacificación en otras entidades.
Un monitoreo de los homicidios dolosos
Para contrarrestar el uso político de los indicadores y elaborar diagnósticos precisos y políticas públicas pertinentes, se requieren ejercicios periódicos, con metodológicas adecuadas que visibilicen las diversas dinámicas de las violencias a nivel territorial (estoy criticando las comparaciones “a modo” del gobierno, que usan número total de homicidios).
En dicho marco, México Evalúa presentó el primer reporte mensual Violencia y Pacificación, que da cuenta del comportamiento diferenciado de los homicidios dolosos a nivel estatal en 2024 (considerando los datos acumulados de enero a septiembre). A diferencia de otras aproximaciones, propone diversos balances de la situación de la violencia homicida en los estados acompasando dos métricas: tasa por cada 100 mil habitantes y cambio porcentual en comparación del año anterior. De este modo, los balances priorizan la realidad actual, pero matizan las conclusiones en función de las tendencias a lo largo del tiempo. Vale la pena comentar dichos balances para contrastar con el panorama que dibuja la narrativa del gobierno federal.
Estados con menor índice de homicidios
Los estados con un balance positivo registran una tasa de homicidio doloso por cada 100 mil habitantes, inferior al promedio nacional (19) y con tendencia a la baja. Son los estados en donde posiblemente las cosas se están haciendo muy bien (subrayo el posiblemente porque sabemos que la estadística criminal puede ser inconsistente incluso por manipulación intencionada). En esta situación se encuentran diez entidades, la mayoría ubicadas en el centro norte del país. El caso de Zacatecas llama mucho la atención pues hasta hace unos años era uno de los epicentros de la violencia y hoy registra una reducción superior al 50% en únicamente un año. ¿En qué consistirá el “milagro” Zacatecano? ¿Es una ficción cruel o uno de los mayores éxitos en materia de seguridad en la historia moderna? Este asunto amerita su propia columna.
Los estados con un balance regular son aquellos que registran una tasa de homicidio doloso inferior al promedio nacional y una tendencia al alza. Son entidades que están entrando en procesos de violencia y que de mantenerse la tendencia pronto podrían pasar a una situación crítica, como Sinaloa, Oaxaca o Puebla. En los últimos años, Sinaloa había mantenido niveles bajos de homicidio doloso a pesar de ser el bastión del Cártel de Sinaloa. Sin embargo, la guerra entre Los Chapitos y la Mayiza que desató la caída de Ismael “El Mayo” Zambada, ha dejado más de 300 muertos en apenas unas cuantas semanas. Mientras ninguno de los grupos se imponga, la tendencia se mantendrá en la misma dirección. La posible alianza de los Chapitos con el Cártel Jalisco Nueva Generación no hace más que anticipar mayor violencia para Sinaloa.
Ahora bien, el impacto mediático de Sinaloa no debe hacernos perder de vista los casos de Puebla y Oaxaca, que registraron altos niveles de violencia política en las pasadas elecciones y que hoy parecen experimentar las consecuencias de la reconfiguración del régimen criminal en sus territorios.
Estados con mayor índice de homicidios
Los estados con un balance negativo son aquellos que registran una tasa de homicidio doloso superior al promedio nacional y una tendencia a la baja. Aquí parece que las cosas se están corrigiendo de alguna manera. En esta situación se encuentran cuatro estados con fuertes problemas de crimen organizado, pero con lógicas diferenciadas. En Chihuahua la disputa es por la frontera norte, en Colima por el puerto de Manzanillo, en Michoacán el conflicto es por la explotación de las cadenas productivas y en Guanajuato por el robo de hidrocarburos.
Los estados con un balance muy negativo son aquellos que registran una tasa de homicidio doloso superior al promedio nacional y una tendencia a la alza. Son los casos que contradicen de todas las formas posibles las narrativas oficiales: Guerrero, Morelos, Tabasco, Quintana Roo, Nuevo León, Baja California y Sonora. La situación de cada una de estas entidades amerita análisis propios, pero vale la pena destacar la severa crisis que experimenta Tabasco con un aumento de 242.7% de la violencia homicida resultado del choque entre organizaciones criminales que parece haberse agravado desde la transición local.
Abandonar la política de negación de los problemas
No es cierto que el país completo se encuentre en un proceso de pacificación, y tampoco es verdad que todas las entidades estén en un desastre total. La presidenta Sheinbaum y su secretario de seguridad pública, Omar García, harían bien abandonando la política de negación de los problemas de López Obrador y voltear la mirada a las métricas alternativas que se producen desde la sociedad civil y que pueden ayudar a la pacificación real del país. No sólo harían bien, es necesario y urgente que lo hagan antes de que más estados pasen a balances negativos.
baf