Dos de los más grandes músicos contemporáneos de Cuba, Roberto Vizcaíno y Gabriel Hernández, regalaron una gran velada al público asistente al concierto inaugural del Jazztival Michoacán 2024, realizado la noche del jueves en la Casa de la Cultura de Morelia.
Previo al inicio del concierto se tuvo lugar un breve acto protocolario en el que la secretaría de Cultura de Michoacán, Tamara Sosa Alanís, reconoció la incansable labor realizada por el maestro Juan Alzate para hacer del Jazztival uno de los encuentros más renombrados en su género. También recordó que el director y fundador del Jazztival está cumpliendo 45 años de trayectoria artística, lo que habla de su pasión por el saxofón, el jazz y la enseñanza.
Por su parte, el fundador y director del Jazztival agradeció a la Secretaría de Cultura del Estado el apoyo brindado para que este encuentro anual permanezca, pues se ha convertido, dijo, en un referente para los amantes del jazz, así como para los compositores y ejecutantes y, principalmente, para los jóvenes estudiantes que están interesados en incursionar en el género.
Acto seguido inició el banquete musical, mismo que estuvo compuesto por una docena de piezas tanto de Vizcaíno y Hernández, como de compositores clásicos del jazz, pero también de la música auténticamente tradicional de Cuba.
Pianista y percusionista entablaron diálogos, no sólo hablados, al rememorar diferentes etapas de su vida como músicos, sino diálogos sonoros que condujeron a los presentes a través de un camino habitado por diferentes estados de ánimo, pero todos colmados de dulzura, de amor y de sensibilidad, esa sensibilidad que sólo despierta ante las notas y compases de la música que se ejecuta con las manos, pero se interpreta con el corazón, según lo declararon los propios músicos.
Y mientras los intérpretes sumergían al público en un mar sonoro, Samuel Díaz Gaona, fundador del taller de gráfica MAPECO de Uruapan, realizaba un ejercicio plástico bajo la técnica de acrílico sobre craff, inspirado en las notas salientes del piano y los timbales, esbozando líneas, trazando “garabatos”, llenando el vacío con colores cálidos, contrastantes, hasta terminar en una obra de arte bautizada por el propio autor como “Con la música por dentro”, misma sensación con la que culminó una noche de jazz que el público agradeció con el consabido “otra, otra”, al que Roberto Vizcaíno y Gabriel Hernández accedieron con gentileza porque, dijo Vizcaíno “sin público no habría Jazztival”.
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