Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar el
mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
Ya no hay respeto. Brincaron la línea. Se han vuelto constantes las muestras de desconsideración y la falta de respeto de determinados dirigentes -nacionales y estatales- de ciertos partidos políticos, hacia su militancia. La misma que requiere invariablemente de muestras fehacientes de decencia y de un trato justo, para que no sean tan breves las esperanzas que sé finca en ellos.
Debieran de estar menos confiados, acusando recibo sobre el estado de ánimo de su militancia, porque la emoción que reflejan en sus filas no es precisamente de satisfacción sino de un gran enojo. Pero parece no importarles mucho, porque sus decisiones -reiteradamente- violan distintos principios inexcusables para las formas que siguen siendo fondo en política: respetar a su militancia.
Se falta al respeto cuando, de forma desconsiderada y sin recato alguno, uno o más miembros, reciben un trato distinto o desigual, por quienes deberían de garantizar lo contrario. Y cuando en función de algunos privilegios, se socavan los derechos y atributos políticos de su militancia activa.
El dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional decapitó la unidad que tanto se reclama en el Estado de México. Mostró su gran parecido a su dirigente nacional, por el poco respeto que le tiene a la legalidad, pero principalmente a sus militantes. Golpeó el
centro de equilibrio que sostenía el grado mínimo de competencia electoral. Desdeño a priori a una clase política que ni la conoce, ni lo conocen a él.
Pero no es rara su conducta, al contrario, es común verlo ignorando críticas. No las atiende porque no las entiende. Su liderazgo es prefabricado, debido a limitaciones intelectuales. No responde a estímulos políticos, solo corresponde a intereses. Él desconoce que, en política, no hay nada para siempre.
Ahora, sorprendió más, con ese proceso de selección anticipado del candidato a la gobernatura, a través de subterfugios y creando, a copia de Morena, una Coordinación fuera de sus estatutos. No fue nada atinado, pero desde luego que se entiende, se trató de una instrucción superior.
Así era el deseo del gobernador Del Mazo; bien lo describe el periodista Enrique Quintana en su Columna Coordenadas, publicada en el periódico El Financiero del sábado pasado, titulada “La decisión de Del Mazo le pone la mesa a Morena…para el 2024” al referirse a este asunto dijo: (Alfredo del Mazo) “uso sus poderes metaconstitucionales para definir a la persona que él desea sea la candidata” y más adelante reflexiona, “Alfredo del Mazo ha hecho una movida que quizás ponga a Morena en la senda del triunfo para el 2024”.
Muchos ya lo advierten, pero está cantado el doblez mexiquense. El gobernador no desea ser parte estelar en el programa de Layda Sansores, El martes del jaguar, por eso tiene su “Plan B”. Con el aval del presidente Andrés Manuel López Obrador, se le abren dos
oportunidades valiosas, la primera seria que el presidente lo integre como el candidato número 44 de su lista (el 43 es Alejandro Murat, de Oaxaca); la segunda sería qué, con el mismo aval, ocupar la oficina de la representación de México en el Vaticano. Por eso, aquel viaje de avanzada fue a medir las oficinas y a ver las posibles modificaciones que, de acuerdo con sus gustos, se podrían realizar.
Dentro de todo este esquema de sucesión, entre las torpezas de la dirigencia, sus faltas de respeto, sus malos modos de tratar a sus militantes y los intereses que mueven al gobernador en turno al PRI, ya lo descarrilaron. Por lo que urge recordarle a uno y a otro qué, la obediencia no es sinónimo de fortaleza, ni los triunfos se obtienen como si fueran productos de aparador.
Por si no se han dado cuenta han abierto la puerta de par en par, para la fuga de militantes. Es una invitación a que surja de manera exponencial el trasvase electoral en su contra, en junio del próximo año.
Le va a pesar mucho al PRI mexiquense, la pérdida de condiciones igualitarias de elegibilidad y la limitación de opciones de candidatos. Ningún partido tiene una militancia tonta, todo lo contrario, ahora existe una ciudadanía informada y exigente que sabe que, en las urnas de votación, es en donde mejor se cobran las facturas por fracturas y en donde se define el destino final de lo que no sirve y es inútil.
La lección es la siguiente, el empuje, la credibilidad y la legitimidad de una fuerza política, no se dan de manera espontánea ni tampoco se trata de una construcción idílica. Se requiere del mayor número
de mujeres y hombres dispuestos a dar una batalla, pero únicamente si se le respeta y se les incluye, de otra manera no será posible la unidad. Pueden olvidarse de ella. Se pasan de veras.
Ahora, mis preguntas finales: sobre la elección de candidatos al gobierno del Estado de México, ¿El ninguneo es el proceso idóneo para la selección de candidatos? ¿Le siguen cantando sus mañanitas al dirigente del PRI? ¿Qué tal esa oficina de representación de México, en el Vaticano?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega.
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