Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar él
mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
Sexenios van, sexenios vienen; nuevas administraciones llegan y otras se van, para dejar las cosas, tal y como estaban al inicio.
Lo que el tiempo nos ha dejado es una base muy delgada de confianza de la sociedad hacia los gobiernos, partidos y personajes políticos; esa relación, ha quedado en bancarrota, casi en quiebra.
Poca gente cree en la honestidad de los políticos y los partidos se cercioran de tener sus puertas cerradas para que no acceda la incómoda sociedad civil.
No obstante, los votantes mexiquenses seguimos con el deseo real de que ellos, alcancen a resolver, lo mejor posible, muchos de nuestros problemas individuales o colectivos, cuando menos los más inmediatos.
El problema inicia con la ausencia de liderazgos genuinos y con la parálisis de los gobiernos en turno a consecuencia de un pasado que, los enredan y atrapan, obligándolos a operar poco y hablar todavía más poco. Calladitos se ven mejor.
¿Realmente necesitamos a los políticos?
No les parece seductor el pensamiento de que, en algún momento, los mexiquenses, pudiéramos prescindir de ellos.
Existen ejemplos de sociedades que lo han hecho y no colapsaron, como Bélgica en 2010. No tuvieron gobierno en más de un año y el país jamás se paralizó.
En el Estado de México, hay claras muestras de que se pueden hacer las cosas sin el patrocinio ni la tutela de un político; el mejor ejemplo nos lo dan las mujeres; porque a pesar de las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) que señala al Estado de México, como la entidad donde ocurren el mayor número de llamadas de emergencia por incidentes de violencia contra las mujeres; ellas continúan graduándose en diferentes profesiones, sin estorbarles o atemorizarlas aquellos datos de violencia en su contra.
Así podríamos enunciar miles casos de ciudadanos organizados o no, empresarios o de trabajadores que construyen por si solos sus historias de éxito sin la intervención o ayuda de los políticos y aún más, negándose a recibir cualquier apoyo disfrazado de altruismo; solo basta que funcionen las áreas administrativas de un gobierno y surja la poderosa voluntad de una persona común.
Al menos para los mexiquenses existen los mexiquenses y sus buenas costumbres de solidaridad y empatía, aunque en algunos casos sea relativo. No podemos decir que solo con los políticos, logramos alcanzar nuestras propias expectativas o que, sin su presencia nada es posible, porque al final, las alcanzamos; con o sin ellos.
La alineación política de la sociedad ha comenzado, motivada por las incapacidades y omisiones para atender su creciente demanda social.
Que nos quede claro, un Estado sin políticos, no es el caos ni mucho menos paraliza nada -ni a las instituciones públicas- lo que provoca es una sociedad, más responsable ante su destino, que se traduce en una mejor sociedad políticamente organizada y activa.
Pensar en una sociedad sin la intermediación de un político que guie nuestro camino, quizás generé críticas, porque siguen existiendo y
operando las grandes maquinarias, dispuestas para su defensa frente a ciudadanos irritados y cansados que se atreven a lanzar cualquier comentario que incómode.
Hay que seguir reflexionando sobre qué hacer con los gobiernos paralizados, por conveniencia o precaución política y más aún que hacer para sustituir a aquellos líderes que no han respondido a su obligación de lealtad hacia los mexiquenses en general, ni mostrado probidad y honradez a lo largo de su actuar.
Sin embargo, es imposible, legalmente, dejar sin chamba a los políticos, por ese andamiaje constitucional de partidos que hemos construido.
Lo que nos queda por hacer, es tener mayor cuidado al momento de emitir nuestro voto; evitar esa falsa idea colectiva que sin un político que tutele nuestros intereses no podremos progresar; ya lo han demostrado las mujeres profesionistas que se gradúan y progresan solas y muchos otros, en similares circunstancias.
Lo que sería razonable y efectivo para este momento es que, a los políticos, antes de ser candidatos se le hiciera un examen de buenas costumbres y pasar por el polígrafo para cerciorarnos cuanto mienten.
Ahora, Mis preguntas finales: ¿Realmente necesitamos a los políticos? ¿Qué hará la sociedad con los gobiernos paralizados por conveniencia o por precaución política? ¿Quién será el primero en pasar por un polígrafo?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega.
smr 09:33