por Abelardo Pérez Estrada
Empresario, analista político, Expresidente CANACINTRA
En días pasados se volvió a dividir al país, satanizando a quien buscaba una mejor “vida”, a quien busca oportunidades, a quien se preocupa por escalar en la sociedad.
Por supuesto qué hay de formas a formas, y quien lo hace por medio de actos ilícitos, o por medio de corrupción, transa o engaño, debe ser castigado y sancionado por las autoridades, por eso aspiro a que se combata la impunidad.
Pero quien lo hace trabajando, haciendo el bien, no debe ser señalado, por nadie, aunque tenga el cargo de presidente de la República.
En el fondo creo que todos somos aspiracionistas, queremos tener un mejor trabajo, que nuestros hijos tengan educación de calidad, aspiramos a que las mujeres puedan salir a la calle y sean respetadas, incluso aspiramos a tener políticos sin corrupción, aspiro a que se cumplan, al menos la mitad de sus promesas de campaña.
Yo me declaro aspiracionista, porque aspiro a tener un país de oportunidades, aspiro a ver campeona a la selección mexicana, aspiro a que realmente crezcamos al 4% anual, aspiro a tener una vejez digna, aspiro a tener un sistema de salud que atienda mis necesidades en tiempo, forma y calidad, aspiro a que haya oportunidades para los emprendedores.
También aspiro a que no se forme una sociedad sin valores o sin “hambre” de triunfo, incluso a que no haya una sociedad cada día más dividida, aspiro a que los programas sociales vengan acompañados de enseñanza para generar autosuficiencia.
Insisto, me declaro aspiracionista, pero de los buenos, de los que, con la cultura del esfuerzo, logramos mejorarle las expectativas de futuro a nuestra familia, aspiracionista de los buenos que genera oportunidades a los demás, aspiracionista de los que trabajamos y pagamos impuestos, aunque desconfiamos del destino de ellos.
Condeno, igual que el presidente, a aquellos “pseudo-aspiracionistas” que han escalado en la sociedad, que han acumulado y aspirado por medio de la transa y corrupción, algunos incluso cércanos a él, tampoco apoyó que se genere aspiración sin esfuerzo solo estirando la mano abaratando la voluntad.
Condenó también las formas para llegar a las metas, cuando “el fin justifica los medios” porque entonces aparecen los sobres de dinero, disfrazadas de aportaciones, la corrupción en los negocios, o hacerse de la vista gorda ante lo evidente con tal de obtener un cargo por el que se aspiró durante 18 años.
¿Estará mal aspirar, a estar orgulloso de nuestros gobernantes?
Presidente López Obrador, calificarnos de aspiracionistas, a los que “a la buena” trabajamos y movemos a México, a pesar de nuestros gobernantes, “No es Ilegal, pero es inmortal”.
¡Es tiempo de los ciudadanos!