Qué le pasa a tu cuerpo si reduces un poco el alcohol, según la ciencia

El alcohol forma parte de nuestra vida social y de nuestra cultura. Pero eso no significa que su consumo sea bueno para la salud y que no pueda producir problemas. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, el alcohol contiene etanol, una sustancia psicoactiva y tóxica que puede causar dependencia y cuyo consumo se relaciona con más de 200 enfermedades -cáncer, enfermedades hepáticas y cardíacas y trastornos de salud mental, entre otras-.

Diversas investigaciones ya han probado que las bebidas alcohólicas son un factor que aumenta claramente el riesgo de que nuestros niveles de presión arterial suban y, en algunos casos, deriven en hipertensión. Esta enfermedad silenciosa es una de las más importantes para el riesgo cardiovascular. “El alcohol eleva la presión arterial de forma dosis-dependiente y prácticamente lineal: a más consumo, mayor presión arterial sistólica (alta) y mayor presión arterial diastólica (baja)”, explica a CuídatePlus Matías Pérez-Paredes, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Murcia.

Lo que aún no está muy claro es ¿cuántas bebidas hacen falta para que aumente la presión arterial? Según un estudio publicado en Hypertension, parece que hasta pequeñas dosis se relacionan con cambios en la presión arterial al comparar con personas que consumían con las que no bebían. La asociación es directa en el caso de la presión arterial sistólica (alta).

¿Qué pasa con beber algo menos?
En el camino inverso también parece haber relación. Un nuevo estudio en Journal of the American College of Cardiology (JACC) ha querido analizar si dejar de beber o reducir el número de dosis podría llevar a una reducción clínica significativa de la presión arterial.

Las guías de las sociedades americanas de cardiología (American Heart Association y American College of Cardiology) ya aconsejan para reducir la hipertensión la abstinencia o la limitación del consumo de alcohol a una o menos bebidas (125-14 gramos) para mujeres al día y dos o menos para hombres. Sin embargo, el impacto de estos cambios en los hábitos de bebida aún no está suficientemente documentado. No obstante, Pérez-Paredes explica que en virtud de estas guías y de varios estudios, se puede, con prudencia, apuntar que “el efecto beneficioso se mantienen mientras se sostenga la reducción/abstinencia en el consumo”.

¿Hay consumo máximo diario?
En cualquier caso, y aunque no se recomienda beber en ningún caso, si se quiere hacer: los hombres no se deben superar las dos bebidas. Esto equivale a dos vasos pequeños de vino, dos cañas pequeñas o dos botellines (quintos) de cerveza y uno solo para las mujeres.

Este estudio ha analizado los datos de 359.717 visitas al médico de 58.943 entre 2012 y 2024, a los que se les preguntó el alcohol que consumían y se midieron los cambios en su presión arterial entre consultas.

Entre los participantes que dejaron de beber, las cifras se redujeron. En las mujeres que tomaron entre una y dos bebidas menos se registró una bajada de 0,78 mmHg en la alta y de 1.14 mmHg en la baja. Los hombres también tuvieron reducciones del 1.03 y 1.62 mmHg respectivamente. Además, también se produce el efecto contrario: aquellos que comenzaron a beber subieron las cifras de presión arterial.

A propósito de este estudio, Pérez-Paredes añade “que aunque los descensos absolutos son modestos, en población hipertensa tienen impacto poblacional significativo (cada 2 mmHg de reducción sostenida de la presión arterial sistólica reduce aproximadamente un 10 % el riesgo de ictus)”.

Los investigadores señalan que el tipo de bebida (vino, cerveza u otros…) no alteró significativamente las cifras, lo que sugiere que la cantidad importa más que el tipo de bebida. “Los datos muestran que cuanto menos se beba, mejor. Cuanto más se hace más sube la presión arterial. En el pasado los científicos pensaban que pequeñas cantidades de alcohol podrían ser beneficiosas, pero nuestro estudio apunta a que el consumo cero es mejor”.

Esto significa que dejar de beber, aunque sea pequeñas cantidades, podría tener beneficios para la salud del corazón de hombres y mujeres”, explica Takahiro Suzuki, primer autor del estudio del Instituto de Ciencia de Tokio, y del Hospital Internacional St. Luke.

¿Por qué es mejor dejar de beber?
Respecto a esto Harlan Krumholz, de JACC, y Harold Hines, profesor de Medicina de Yale, apuntan que estos estudios ponen en entredicho la idea de que los niveles bajos de alcohol no afectan a la presión arterial. “Los resultados sugieren que dejar de beber, aunque sea poco, podría prevenir o tratar la hipertensión”.

No obstante, hace falta aún ahondar en este conocimiento puesto que se trata de un estudio observacional lo que evita que podamos establecer una relación causa efecto. Sin embargo, pese a las limitaciones, parece que el beneficio de reducir el consumo vendría dado por la retirada del etanol, así como por una “menor carga de sodio y calorías asociada a la bebida”, dice Pérez-Paredes.

¿Qué pasa si dejo de beber completamente?
Pérez-Paredes recuerda a CuídatePlus que cuanto menos alcohol se ingiera se producirá un mejor control de la tensión. “La abstinencia aporta un mayor descenso frente a la mera reducción, y evita además otros riesgos cardiovasculares y oncológicos vinculados al alcohol”.

De todos los perjuicios que puede producir el alcohol, las mujeres salen peor paradas de su consumo. “A igual dosis, las mujeres pueden mostrar efectos adversos antes, probablemente por diferencias en metabolismo y masa corporal. En el estudio en JACC , tanto mujeres como hombres disminuyeron sus niveles de presión arterial al reducir/cesar el consumo. No hay que olvidar que las guías y los documentos de posicionamientos de varias sociedades científicas recomiendan límites aún más estrictos en mujeres”.

Otras medidas para reducir la tensión
Además de reducir el consumo de alcohol, hay otras medidas que podemos realizar para reducir los niveles de tensión arterial. Entre ellos, Pérez-Paredes explica que “estas intervenciones no farmacológicas tienen efectos aditivos y clínicamente relevantes en el control del paciente con hipertensión arterial”:

Perder peso siempre que haya un exceso.

Dieta mediterránea con restricción de sodio, azúcares y grasas.

Practicar ejercicio aeróbico y de fuerza de forma regular.

Dejar de fumar.

Asegurar un sueño reparador.

Reducir el estrés.

GD

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