El Laberinto de la Seguridad


Morelia: luces de cine, sombras de violencia

El glamour del festival contrasta con una ciudad que se desangra en silencio. La inseguridad se ha convertido en el verdadero guion no escrito de la capital michoacana.
El Festival de Cine: Espejo de la Violencia Urbana
Morelia, capital de Michoacán y joya cultural del país, volvió a ser escenario de contradicciones dolorosas. Mientras las luces del Festival Internacional de Cine pretendían proyectar una imagen de modernidad, turismo y convivencia, las sombras de la violencia se hicieron presentes a pocos metros de las alfombras rojas. En días recientes, se registraron robos, enfrentamientos, bloqueos y amenazas a visitantes, además de protestas estudiantiles y normalistas que paralizaron la movilidad en puntos estratégicos de la ciudad.
El contraste fue brutal: una ciudad que busca posicionarse como destino de paz y arte, pero que no logra contener una dinámica criminal que erosiona la confianza ciudadana. La violencia en Morelia ya no es episódica; es estructural. En los últimos tres años, el municipio ha mantenido cifras sostenidas de homicidios dolosos, extorsión y delitos patrimoniales, con un incremento de la violencia contra mujeres y jóvenes.
El festival, más allá de su relevancia cultural, se ha convertido en un termómetro social que revela la falta de una estrategia integral de seguridad. No basta con reforzar la presencia policial durante los eventos; se requiere una inteligencia preventiva que anticipe riesgos, gestione conflictos y proteja el entorno urbano con visión estratégica.

Movilizaciones Sociales: Síntoma de Ingobernabilidad
Las movilizaciones campesinas, normalistas, docentes e incluso propalestinas que confluyeron en Morelia durante las últimas semanas no son hechos aislados: son la expresión visible de un malestar estructural. La ciudad ha sido históricamente el epicentro de las luchas sociales de Michoacán, pero hoy las manifestaciones revelan un vacío de interlocución política y una ausencia de canales efectivos de negociación.
En los últimos meses, los bloqueos en vías primarias, la toma de edificios públicos y las confrontaciones con cuerpos de seguridad se han normalizado. Este fenómeno no responde únicamente a causas ideológicas, sino a la ineficiencia institucional para atender demandas legítimas antes de que escalen en conflictos abiertos.

El problema no es la protesta social, sino la desarticulación del Estado frente a la gestión del descontento. La falta de mecanismos de diálogo, mediación y atención temprana de conflictos ha convertido las calles de Morelia en espacios de tensión permanente, donde la autoridad parece actuar más como espectadora que como garante del orden democrático.

Omisión Policial: Un Problema Estructural
La inacción de las policías estatal y municipal durante los recientes incidentes es un reflejo de una crisis más profunda: la desprofesionalización y la politización de los cuerpos de seguridad. En Morelia, los protocolos de actuación suelen activarse tarde o con criterios contradictorios, lo que genera percepciones de impunidad y arbitrariedad.
A ello se suma la fragmentación institucional entre las corporaciones locales y estatales. La falta de coordinación en inteligencia, mando operativo y reacción inmediata crea vacíos que los grupos delincuenciales aprovechan. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Morelia concentra más del 25% de los delitos del fuero común en el estado, sin que se observe una reducción sostenida en la tendencia.
La omisión no siempre es producto de incapacidad; en ocasiones es el resultado de decisiones políticas que priorizan la contención mediática sobre la intervención operativa. Mientras tanto, la ciudadanía percibe a la policía como una institución ausente o limitada a funciones administrativas.
La ausencia de investigación policial —una de las principales debilidades del modelo actual— impide cerrar el ciclo delictivo. Sin capacidades de análisis criminal, inteligencia territorial y persecución efectiva, cualquier esfuerzo de patrullaje resulta apenas paliativo.

Propuestas para la Reconstrucción de la Seguridad
Superar la crisis de seguridad en Morelia exige un cambio de paradigma. No se trata solo de aumentar patrullas o reforzar la presencia militar; se trata de reconstruir la gobernanza local desde una perspectiva multifactorial, técnica y socialmente responsable.

1) Creación de un Centro Municipal de Análisis de Seguridad Urbana (CEMASU), que integre información de cámaras, denuncias y reportes ciudadanos para generar inteligencia táctica y preventiva.
2) Reestructuración operativa de la Policía Morelia, fortaleciendo sus áreas de investigación, proximidad e intervención con protocolos de actuación en crisis sociales.

3) Implementación de mesas permanentes de diálogo social, donde líderes de movimientos y autoridades locales puedan canalizar demandas sin recurrir al bloqueo o la confrontación.
4) Fortalecimiento del sistema de justicia cívica, para sancionar de manera inmediata faltas administrativas y evitar su escalamiento a conductas delictivas.
5) Coordinación interinstitucional real entre el municipio, el estado y la federación, con mandos unificados y líneas de comunicación directas durante eventos masivos o de alto impacto.
6) Capacitación integral en gestión de multitudes, mediación y negociación para mandos policiales, especialmente en contextos de protesta.
7) Protección integral de eventos culturales, con protocolos específicos de seguridad turística, control de accesos y atención inmediata a incidentes.
8) Programa de participación ciudadana en seguridad vecinal, que fomente la denuncia anónima y el uso de herramientas digitales para reportar riesgos.
9) Auditoría ciudadana de la política de seguridad, con indicadores públicos y verificables sobre resultados, uso de recursos y desempeño institucional.
10) Agenda de prevención social, orientada a jóvenes en riesgo mediante arte, deporte y empleabilidad en sectores culturales y tecnológicos.

Conclusión: Gobernar la ciudad o administrar el caos
Morelia enfrenta hoy una disyuntiva decisiva: reconstruir su seguridad desde la inteligencia y la corresponsabilidad o continuar administrando un caos que erosiona su imagen y su vida cotidiana. La seguridad no puede seguir siendo un tema reactivo o de coyuntura; debe ser una política de Estado local, con liderazgo, planeación y transparencia.
El Festival Internacional de Cine demostró, una vez más, que la cultura puede ser un catalizador de cambio, pero también un espejo implacable: detrás de la proyección artística, la ciudad exhibe sus heridas. Es momento de que la autoridad deje de mirar desde la butaca y asuma su papel en el escenario de la gobernabilidad.

Biografía:
Alberto Guerrero Baena es consultor especializado en Política de Seguridad, Policía y Movimientos Sociales, además de titular de la Escuela de Seguridad Pública y Política Criminal del Instituto Latinoamericano de Estudios Estratégicos, así como exfuncionario de Seguridad Municipal y Estatal.
Correo electrónico: albertobaenamx@gmail.com

Alberto Guerrero Baena

JZ

leave a reply