Día Mundial de la Salud Mental


El Día Mundial de la Salud Mental se celebra cada año el 10 de octubre, con el objetivo de aumentar la conciencia sobre los problemas de salud mental en todo el mundo y movilizar esfuerzos en apoyo a esta causa.

Fue establecido en 1992 por la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH), con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quienes han sido fundamentales en la promoción de la importancia de la salud mental como un componente crucial del bienestar general

Durante la Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2021, los gobiernos de todo el mundo reconocieron la necesidad de ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles y respaldaron el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2020 de la OMS, incluidas sus opciones de aplicación del y los indicadores para medir los progresos.

El tema mundial del Día Mundial de la Salud Mental 2025 se centra en la salud mental y el apoyo psicosocial en la respuesta a emergencias. Si bien OPS apoya plenamente esta prioridad mundial, OPS utilizará el Día Mundial de la Salud Mental de este año para destacar un problema urgente específico de la Región de las Américas: la salud mental de los niños y adolescentes. Este enfoque responde a las crecientes preocupaciones y necesidades insatisfechas de esta población.
Los gobiernos deben desarrollar e implementar políticas basadas en un enfoque de derechos humanos que fortalezcan y amplíen los servicios de salud mental basados en la comunidad. Estos servicios, prestados fuera de los hospitales psiquiátricos, son más accesibles que la atención institucional y se ha demostrado que ofrecen mejores resultados (OMS, 2022). Los servicios de salud mental basados en la comunidad incluyen aquellos integrados en la atención médica general, como la atención primaria y los hospitales generales, así como los centros comunitarios especializados en salud mental, los equipos comunitarios y los servicios de apoyo entre pares. También se extienden más allá del sector de la salud para llegar a los niños, niñas y jóvenes en los entornos donde pasan la mayor parte de su tiempo, incluidas las escuelas y otros centros y organizaciones juveniles.
El fortalecimiento de los servicios comunitarios de salud mental para niños, niñas y adolescentes requiere una mayor inversión en recursos humanos y financieros.

La salud mental Infantil y juvenil en las Américas
La infancia y la adolescencia son períodos críticos para el desarrollo del cerebro y la salud mental (OPS, 2023). Durante estas etapas, el bienestar y el desarrollo de los jóvenes son muy sensibles a las influencias ambientales (Potter et al., 2017). Un enfoque de salud mental basado en curso de la vida enfatiza que las experiencias en los primeros años de vida no solo dan forma a la salud mental durante la infancia y la adolescencia, sino que también tienen efectos duraderos en la edad adulta, alterando potencialmente la trayectoria de vida de una persona (UNICEF y OMS, 2024).

La calidad del entorno en el que crecen los niños, niñas y adolescentes juega un papel clave en su salud mental, bienestar y desarrollo en general. La exposición a factores como la violencia, el acoso, la discriminación, los conflictos y la pobreza aumenta significativamente el riesgo de desarrollar problemas de salud mental (UNICEF, 2024). Además, cuanto mayor sea el número de factores de riesgo a los que se enfrentan niños, niñas y adolescentes, más profundo es el impacto potencial en su salud mental (OMS, 2025).

A pesar de la alta carga demostrada de trastornos de salud mental y suicidio en la Región, solo una pequeña fracción de las personas con problemas de salud mental reciben la atención que necesitan. Esta brecha de tratamiento es aún más pronunciada entre los niños, niñas y adolescentes, que a menudo enfrentan barreras adicionales para acceder a los servicios de salud mental. El Atlas de Salud Mental 2024 destaca una escasez crítica de profesionales especializados en salud mental infantil y juvenil en países de ingresos bajos y medianos, lo que subraya una necesidad insatisfecha de atención y apoyo. En la Región, otras estimaciones sugieren que la brecha de tratamiento para los trastornos graves de salud mental en niños y adolescentes supera el 50% (Kohn et al., 2018).

GD

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