La Casa Roja: Un nuevo museo dedicado a las raíces de Frida Kahlo abre sus puertas en la CdMx

La casa se convirtió en el refugio de la familia después de que la Casa Azul, que el padre de Frida, Guillermo, había construido y luego hipotecado, fuera pagada por Rivera poco después de casarse con Frida en 1929.

“Tal vez pensaba que si su yerno había pagado la hipoteca, ya no le pertenecía”, escribió Isolda P. Kahlo, sobrina de Frida, sobre Guillermo en sus memorias de 2004, Frida íntima.
Guillermo Kahlo era un migrante alemán que se convirtió en fotógrafo de arquitectura para el gobierno mexicano. Isolda Kahlo describe cómo Guillermo se sentía como un huésped indeseado en la casa donde nacieron dos de sus hijas.

Mientras que la Casa Azul se convirtió en un centro de activistas políticos —León Trotsky y su esposa vivieron allí de 1937 a 1939—, la Casa Roja fue donde murió la madre de Frida, Matilde Calderón, en 1932, y donde generaciones de Kahlos organizaron cenas familiares y celebraron cumpleaños hasta hace solo un par de años.

La casa pertenecía oficialmente a Cristina, quien se trasladó allí algún tiempo después de tener una aventura con Rivera y quien, después de que su hermana la hubiera perdonado, “se volvió a convertir en principal compañera, aliada para aventuras y consuelo en tiempos de dolor”, como dice Hayden Herrera en su biografía de Frida.

Aquí, Frida almorzó con sus hermanas y tuvo citas con Trotsky y el escultor Isamu Noguchi. (En una ocasión, Noguchi huyó de los celos de Rivera trepándose a un árbol de cítricos).

“El soporte emocional no venía de Diego ni de la Casa Azul”, dijo Hentschel Romeo, y señaló que fue Cristina quien estuvo junto a Frida durante numerosas y dolorosas intervenciones quirúrgicas, tomándola de la mano hasta que la anestesia de formol la dejaba inconsciente. 
https://www.milenio.com/cultura/casa-roja-museo-cdmx-muestra-raices-familiares-frida-kahlo

La singular imagen de Frida Kahlo aún circula en algunos billetes de 500 pesos en México. Los viajeros pueden comprar en el aeropuerto de la Ciudad de México una fragancia con su nombre. 

En otros lugares, el rostro de la pintora —sus cejas pobladas, su mirada penetrante— aparece en bolsas de tela, calcetas, vasos isotérmicos, en casi todo.
Setenta y un años después de su muerte, Frida Kahlo continúa siendo, posiblemente, la mujer más reconocible de México, rivalizada quizás solo por la Virgen de Guadalupe.

Y cada año, cientos de miles de personas acuden a un par de colonias de Ciudad de México para visitar la Casa Azul, la casa de color añil rutilante donde nació y murió, y el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, donde vivió y trabajó con el pintor, su esposo.

Desde el sábado, los devotos de Frida Kahlo tienen un nuevo sitio de peregrinaje para visitar en la Ciudad de México: el Museo Casa Kahlo, también conocido como la Casa Roja, donde vivieron los padres de la artista desde 1930.

A solo tres cuadras de la Casa Azul, el nuevo museo se centra en la familia de la artista y sus orígenes. Pretende ser una especie de precuela, que añade un contexto y textura íntimos a lo que de otro modo podría parecer una historia conocida.

“Siempre quisimos contar estas historias desde el lado de la familia, del lado familiar”, dijo Frida Hentschel Romeo, de 35 años, bisnieta de una de las hermanas de la artista, “y mostrar cómo al final tener una red de soporte tan incondicional como lo tuvo Frida, pues de alguna manera suma para tú volverte extraordinario”.
Durante años, los descendientes de Frida han oscilado entre proteger y promover el legado de esta pintora maravillosamente desafiante, quien murió en 1954, a los 47 años. 

Han publicado las memorias de una sobrina y un libro de cocina con platillos que le gustaban a Frida, han impedido la venta de una muñeca Barbie inspirada en su famosa pariente y han luchado por sus derechos de marca registrada.

También mantuvieron la Casa Kahlo cerrada y su dirección en secreto; al fin y al cabo, era el hogar en el que vivían, heredado de Cristina Kahlo, la hermana menor, por tres generaciones.

Le “decimos la Casa Roja porque es el corazón de la familia Kahlo”, dijo Mara de Anda, de 46 años y otra bisnieta de Cristina Kahlo, a El País en 2022. (También es, sin duda, una casa roja).
La casa se convirtió en el refugio de la familia después de que la Casa Azul, que el padre de Frida, Guillermo, había construido y luego hipotecado, fuera pagada por Rivera poco después de casarse con Frida en 1929.

“Tal vez pensaba que si su yerno había pagado la hipoteca, ya no le pertenecía”, escribió Isolda P. Kahlo, sobrina de Frida, sobre Guillermo en sus memorias de 2004, Frida íntima.
Guillermo Kahlo era un migrante alemán que se convirtió en fotógrafo de arquitectura para el gobierno mexicano. Isolda Kahlo describe cómo Guillermo se sentía como un huésped indeseado en la casa donde nacieron dos de sus hijas.

Mientras que la Casa Azul se convirtió en un centro de activistas políticos —León Trotsky y su esposa vivieron allí de 1937 a 1939—, la Casa Roja fue donde murió la madre de Frida, Matilde Calderón, en 1932, y donde generaciones de Kahlos organizaron cenas familiares y celebraron cumpleaños hasta hace solo un par de años.

La casa pertenecía oficialmente a Cristina, quien se trasladó allí algún tiempo después de tener una aventura con Rivera y quien, después de que su hermana la hubiera perdonado, “se volvió a convertir en principal compañera, aliada para aventuras y consuelo en tiempos de dolor”, como dice Hayden Herrera en su biografía de Frida.

Aquí, Frida almorzó con sus hermanas y tuvo citas con Trotsky y el escultor Isamu Noguchi. (En una ocasión, Noguchi huyó de los celos de Rivera trepándose a un árbol de cítricos).

“El soporte emocional no venía de Diego ni de la Casa Azul”, dijo Hentschel Romeo, y señaló que fue Cristina quien estuvo junto a Frida durante numerosas y dolorosas intervenciones quirúrgicas, tomándola de la mano hasta que la anestesia de formol la dejaba inconsciente. 
JZ

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