Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV presidió esta mañana la Santa Misa con motivo del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, que se está celebrando este fin de semana en Roma. En su homilía, el Pontífice exhortó a los fieles a “recordar siempre a Jesucristo”, subrayando que toda auténtica espiritualidad cristiana —incluida la mariana— tiene a Jesús como centro.
“La espiritualidad mariana, que alimenta nuestra fe, tiene a Jesús como centro. Como el domingo, que abre cada nueva semana en el horizonte de su resurrección de entre los muertos”.
Después, citando al apóstol Pablo, recuerda que “el domingo nos hace cristianos porque llena la memoria incandescente de Jesús nuestro sentir y nuestro pensar, modificando nuestra convivencia, nuestra forma de habitar la tierra.”
La lección de Naamán
El Pontífice continúa su homilía reflexionando sobre “la curación de Naamán, el sirio”. La historia de Naamán muestra cómo la verdadera grandeza no reside en títulos, medallas o prestigio, sino en la apertura a la gracia de Dios: “Si Naamán sólo hubiera seguido acumulando medallas para poner en su armadura, al final habría sido devorado por la lepra; aparentemente vivo, sí, pero cerrado y aislado en su enfermedad. De este peligro nos libera Jesús, Él que no lleva armaduras, sino que nace y muere desnudo”.
Y es que en un mundo que valora los títulos, los logros y el reconocimiento, el Papa Prevost nos recuerda que el amor de Dios no se gana ni se mide: “Quizás, cuantos menos títulos se puedan ostentar, más claro está que el amor es gratuito. Dios es puro don, sola gracia, pero ¡cuántas voces y convicciones pueden separarnos también hoy de esta verdad desnuda y disruptiva!”.
Invitación a un encuentro real con Dios y con los demás
“Cuidémonos, pues, de ese subir al templo que no nos lleva a seguir a Jesús”, ha advertido el en su homilía de hoy, subrayando la importancia de que la práctica religiosa sea un verdadero encuentro con Dios y con los demás. “Existen formas de culto que no nos unen a los demás y nos anestesian el corazón”, agregó el Papa, recordando que la fe auténtica requiere apertura, compromiso y cercanía, tal como lo hizo María en “el cambio del mundo y en la alegría del Magnificat”.
Otra advertencia del Papa ha sido sobre la “instrumentalización de la fe”. El Santo Padre recuerda que “se corre el riesgo de transformar a los diferentes —a menudo los pobres— en enemigos, en “leprosos” a los que hay que evitar y rechazar”.
María sigue a Jesús hacia los pobres y necesitados
“El camino de María va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos, los pecadores”. Así de claro lo ha explicado el Papa en su homilía, en la que también ha recordado que “la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad” porque “cada vez que miramos a María, volvemos a creer en la fuerza revolucionaria de la ternura y del afecto”. De hecho – subraya – “en ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles, sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a los demás para sentirse importantes”.
Exhortación por la Paz
Por último, destaca la exhortación del Papa Prevost a “buscar la justicia y la paz” y a “mantener viva la espiritualidad cristiana, la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra”.
GD