5 mitos y realidades que debes conocer si quieres comer sano

Comer sin gluten y sin lactosa es más saludable:
Mito. Como afirman desde la AEND, “si no hay intolerancias, al final lo que puede haber es una pérdida de nutrientes a la hora de alimentarnos”. En concreto, una dieta sin gluten puede llevar a sufrir una deficiencia de fibra, de vitaminas o de minerales; así como aumentar el riesgo de padecer obesidad o afectar negativamente a la salud ósea o cardiovascular.

Al ser cocinadas, las verduras no pierden sus propiedades:
Realidad. “No pierden propiedades como tal, sino ciertas vitaminas. Sin embargo, ganan en otros nutrientes que se generan al cocinar o a nivel de digestibilidad”, aclara la sociedad científica, que recuerda que en un contexto de dieta equilibrada, es importante incluir tanto verduras cocinadas como crudas.

El pan, la pasta, el arroz y las patatas engordan:
Mito. Los carbohidratos están demonizados para muchas personas y, por ello, es lo primero que retiran de su alimentación para bajar esos kilos de más. No obstante, esto no es bueno para la salud porque el cuerpo podría entrar en cetosis al cambiar un poco la ruta para obtener energía. Esto causa efectos secundarios, como dolores de cabeza, estreñimiento, dolores musculares o debilidad.

Por tanto, culpar del aumento de peso a un nutriente, como el hidrato de carbono, carece de sentido. Además, no hay pruebas suficientes para sacar conclusiones sobre si los carbohidratos en su forma de azúcar tiene o no implicaciones en el peso corporal, a excepción del consumo de refrescos en niños y adolescentes.

El pan integral aporta las mismas calorías que el blanco:
Realidad. Los productos no aportan menos calorías que los refinados. El valor energético es el mismo en ambos casos, pues se trata de la misma materia prima original. No obstante, los alimentos integrales tienen una mayor cantidad de fibra, mientras que los refinados aportan más azúcares. En este sentido, al contener más fibra y minerales, el efecto saciante es mayor, lo que ayuda a mantener y controlar el peso.

Por otra parte, ayudan a regular el tránsito intestinal y a reducir los picos glucémicos, siendo más recomendables, por tanto, en personas diabéticas.

La fruta no debe tomarse de postre porque engorda:
Mito. Lo importante, recuerda la AEND, es comer fruta, sea cuando sea: “Cada persona puede encajarla en su dieta diaria como le convenga”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la ingesta de al menos 400 g de frutas y verduras al día (no incluyendo las patatas y otros tipos de tubérculos) para prevenir diversas enfermedades y carencias de micronutrientes. Las enfermedades crónicas más frecuentes en individuos con un bajo consumo de frutas y verduras son las cardiopatías, el cáncer, la diabetes y la obesidad.

GD

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